Escogimos este alojamiento como "campamento base" de una ruta en coche por Normandía, en base a la tranquilidad y comodidad que reflejaban los comentarios que leí antes de reservar. A continuación resumiré por puntos en P&V Le Green Beach: - UBICACIÓN: bien ubicado para visitar los lugares del desembarco, cerca de la playa de Omaha y en el bonito pueblo pesquero de Port-en-Bessin. Si quieres salir del hotel, es necesario que tengas un coche para moverte ya que está a cierta distancia del pueblo. - RECEPCIÓN Y LLEGADA. Llegamos por la noche cuando la recepción se encontraba cerrada. Hay que ponerse en contacto para que te den las claves del parking y de la caja fuerte para obtener las llaves de la habitación. No había mucho espacio de aparcamiento, puesto que casi parecía que había más coches que casas. En el aparcamiento y en los senderos que conectan las casas apenas hay luz, ni siquiera para poder acertar a meter la llave dentro de la puerta de tu alojamiento. - HABITACIÓN/LIMPIEZA: nosotros nos alojamos en las casas de un dormitorio. A la llegada matamos una araña que había encima de la puerta de aproximadamente 15 centímetros de diámetro. Las camas te las tienes que hacer tú a la llegada. Éramos cuatro y solo había toallas para dos, aunque sí que pagamos cuatro personas y avisamos de ello antes de llegar. La casa es pequeña, pero si el espacio estuviera mejor aprovechado no sería tan agobiante. En planta baja está el salón-dormitorio, la cocina, un armario para los cubiertos, cuarto del inodoro y un armario para la ropa y las escobas (sí, todo junto). Arriba estaba el dormitorio, dos pequeños armarios y la ducha con el lavabo, (sin inodoro). Le daría el ok, si no fuera porque para subir/bajar al inodoro/dormitorio tienes que subir unas escaleras muy empinadas, estrechas y que crujen a más no poder. Como llegamos por la noche y la luz era escasa, no apreciamos bien lo sucia que estaba la casa. Hay telarañas por todos los sitios (escalera, puertas, rincones, lámparas), signo evidente de que la limpieza era mala. Había pelos y pelusas bajo la mesa, en el baño, bajo las camas. Tuve que barrer yo con el cepillo que había en el armario y el cual estaba lleno de pelos ajenos. Daba mucho asco. Bajo el sofá cama había un pañuelo usado. Los nórdicos que estaban en los armarios (para ponerle tú mismo su funda) estaban muy sucios, hasta el armario donde desprendía cierto hedor. Los cubrecolchones estaban llenos de manchas, así como las sábanas que te dan para ponerlas tú (tenían pequeñas manchas negras de inexplicable procedencia). El pequeño cuarto del inodoro, al cual para salir debías meterte detrás de este para abrir la puerta, tenía unos rincones de suciedad que daban miedo. Había mucho polvo en el toallero. El váter, aparte de tener una tapa más pequeña que el propio retrete (y ya era decir) tenía unas manchas marrones horribles. No me creía que estuviera en un 4*. No busco lujos, pero algo limpio sí, qué menos. En la web del hotel ponía que el alojamiento estaba "renovado". Pues ya es hora de hacer otra renovación. Las escaleras están muy machacadas y las puertas también. El recubrimiento de los muebles de la cocina está despegado. Los armarios están descolgados y llenos de polvo... Todo un despropósito. Ahora voy con la cocina. Lo más limpio de la casa, puesto que lo debe limpiar el huésped anterior. Menaje escaso, muy escaso. Solo había un tazón para cuatro personas. Si una familia quiere desayunar cereales no puede, hay que turnarse el cuenco. Tan solo dos platos hondos. Esto no es una medida ECO, de las que tanto presume el hotel, esto es tacañería. Tacañería también presente en la televisión, que son de las que tiene un aparato enchufado para coger la televisión digital (tiene hasta dos mandos e instrucciones para usarla, muy del 2005). No hay canales internacionales. Eso sí, el hotel en general es muy tranquilo, no se escucha ni un ruido y se duerme perfectamente. Las camas, aún siendo muy estrechas (70-75 cm), son cómodas, y el sofá cama (que sonaba bastante) también lo era. Tiene calefacción eléctrica que calienta en un momento. - INSTALACIONES: tiene parque, pista de voleibol y dos piscinas climatizadas (una interior y otra exterior. La interior está bien, aunque en las duchas de los vestuarios sale agua fría, no sé por qué. Imposible lavarse el pelo o ducharse sin congelarse. En la recepción hay una pequeña área de juegos para los niños. - PERSONAL: solo interesado en que pagues la tasa turística (1,70€/ persona adulta por noche). Esta tasa es notablemente superior a la del resto de alojamientos de la zona, no quiero sacar conclusiones de esto. Ni una sonrisa, ni una explicación ni nada, ni siquiera un "adiós" cuando devuelves las llaves y te vas. No hablan español, pero pagar la tasa no hay que entender de idiomas. - OPINIÓN GENERAL: ¿volvería? En absoluto, no. Está sucio y lleno de arañas, necesita muchísima atención. Tiene la tranquilidad que el resto de los hoteles de la zona. Lo único por lo que destaca son las piscinas, pero eso, al menos a mí, no me vale la pena. Está bien ser ECO, y abogar por la sostenibilidad del lugar, pero eso no está reñido con la atención al alojamiento, y ser un poco menos tacaño. Solo teníamos una bolsa de basura para generar tres tipos de residuos diferentes. Los contenedores de reciclaje ni siquiera marcan que va en cada uno, hay que abrirlos para saberlo y rebuscar en su interior. Eso denota que no le hacen caso ninguno. Me sabe mal escribir esta opinión porque el alojamiento tiene muchas posibilidades, pero no las aprovecha. Ojalá intentaran mejorar con las críticas, aunque creo que no lo hacen…