Pocos edimburgueses viven en la Ciudad Vieja, pero sus
laberínticas callejuelas, frías y húmedas, y las
empinadas calles sugieren que no siempre fue así.
Actualmente, las adoquinadas calles acogen en su
mayoría tiendas de recuerdos para turistas de esencia
escocesa y gaiteros. Es el lugar ideal para conocer
Auld Reekie (“la vieja maloliente”, uno de los apodos
de Edimburgo) y pasear por la Royal Mile, la vía
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pública que une el castillo con el palacio real: dos
de las grandes atracciones de la ciudad. Sin embargo,
hay mucho más que explorar por las decenas de
callejuelas y callecillas, y, por la noche, los clubes
más bulliciosos de la ciudad irrumpen a lo largo de
Cowgate, que se cierra al tráfico por este motivo.
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