Nosotros llegamos andando desde Waterlooplein. El teatro holandés acabó siendo el centro de deportación de los judios holandeses antes de ser enviados a los campos de concentración. Aqui llegaban y aqui eran separados los niños de sus padres. Estos eran enviados a un edificio que estaba enfrente (ahora es una guarderia) y que era un "centro de acogida para niños". Mi hijo de 11 años quedó muy impresionado con la historia que nos contaron de como con la ayuda de del director del centro y de varios ciudadanos lograron salvar a unos 600 niños de una muerte segura. No se cobra entrada. El personal que atiende a los visitantes es muy amable. Hay una amplia exposición con fotos y documentos de la época, así como un memorial, y una sala en la que se nombran a todas las familias que pasaron por este centro. Nosotros complementamos la visita, con el Museo de la Resistencia y la Casa de Anna Frank.

Situado cerca del Museo de la Resistencia y del Artis Zoo, este lugar es un lugar de visita obligada para todos aquellos interesados en el Holocausto y la época de la ocupación alemana. La entrada es gratuita y el personal que nos atendió fue sumamente cordial. Este teatro fue durante años un centro de deportación de los judíos holandeses que, más tarde, eran enviados a campos de exterminio en Alemania y Polonia. Además del memorial, tiene una pequeña sala donde se pueden ver documentos y objetos de la época. Es muy recomendable si no puedes ir a la casa de Anna Frank, ya que la casa de la joven alemana está hipermasificada.