Sin dudas este es uno de los hoteles más vistosos en los que me hospedé. Cada uno de los espacios está diseñado cuidando hasta el más mínimo detalle, creando así un entorno impresionante en pleno barrio de Recoleta, que, además, es uno de las zonas más lindas para alojarse en Buenos Aires.
Nos hospedamos en una Deluxe Room, que es una habitación enorme. Toda la atención se la lleva la impresionante bañera construida en madera que se encuentra en el centro de uno de los extremos del lugar y que, además de ser llamativa, es muy cómoda y cuenta con sales de baño para disfrutar. La cama king size cuenta con excelentes sábanas y almohadas y en la habitación también se puede disfrutar de un enorme sofá con mesa ratona, un escritorio, un televisor de pantalla plana, frigobar equipado y con los valores de cada producto, cafetera Nespresso con cápsulas (no incluidas en la tarifa), base para iPod, caja de seguridad para laptop, aire acondicionado y wifi de excelente velocidad. Todo funcionando perfecto, por supuesto. Además, el hotel brinda batas y pantuflas para que la estadía sea muy confortable. Sin embargo, lo que se podría mejorar es el espacio para colgar los toallones que se utilizan, ya que el existente es insuficiente y para estadías más prolongadas esto podría ser un inconveniente (y también contraproducente para el medio ambiente).
El área del spa es muy linda y, como en todo el hotel, el cuidado de los detalles está presente. Cuenta con una piscina climatizada pequeña pero muy placentera. También tiene gabinete de masajes, sauna húmedo, gimnasio, un vestuario equipado con batas para los huéspedes y una zona con infusiones, limonada y frutos secos.
Además, el restaurante Rufino es impresionante. La comida es exquisita y la atención increíble.
Por su parte, el desayuno es muy variado, ofreciendo productos de primera calidad. Sin embargo, nuestra experiencia al momento de desayunar no fue buena. Esa mañana éramos muchísimos los huéspedes que desayunamos y el personal era demasiado poco para la demanda, por lo que a pesar de la buena predisposición (y de que se veía a los empleados corriendo para atender en tiempo y forma a todos) no alcanzaba a reponer los productos o la vajilla. La escasez de vajilla fue muy notoria y por momentos se convirtió en una misión imposible conseguir una cuchara o una taza (en su afán de ayudar, los empleados hasta incluso nos llegaron a ofrecer un vaso descartable para intentar suplir la falta de tazas, una deficiencia poco aceptable para un hotel de esta categoría). Realmente fue una experiencia caótica, una verdadera lástima ya que hasta entonces todo había sido excelente.
Finalmente, el personal del hotel merece ser destacado por su buena predisposición y su atención esmerada.
A pesar del inconveniente en el desayuno, que creo puede mejorarse ajustando algunas cuestiones, éste es un hotel muy recomendable.
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