El hospedaje tiene un diseño muy bonito y original, la calidad de los materiales es excelente. Se puede desayunar en el interior del restaurante o en el parque, lo cual es una muy buena opción. Se ve todo limpisimo e impecable. Es muy tranquilo, ideal para relajarse. La atención es correcta y en particular las personas encargadas del desayuno son además muy amables y atentas. La pileta está muy bien cuidada. No tiene sombra a la hora de la tarde, lo que podría solucionarse con parasoles ya que a la hora de la siesta no hay muchas actividades para hacer por el calor y tomar un baño en la pileta sería una buena opción, pero se complica por el sol. En el desayuno se ofrecen productos de calidad, el café es expreso, no instantáneo y lo preparan en el momento. Hay disponibles en el desayuno: medialunas dulces caseras (exquisitas), jamón y queso, galletitas dulces de paquete, tostadas, mermelada y queso crema (estas últimas tres cosas hay que pedirlas) , algunas frutas, cereales y yoghourt. Ofrecen un diminuto vaso de jugo de naranja industrial. El restaurante no abre todos los días, por lo que si uno desea tomar una merienda, por ejemplo, en la pileta, no es posible en esos casos.…
La infraestructura del hotel es buena, pero esta todo muy desprolijo, las mesas y sillas exteriores no se pueden usar, porque estaban sucias y llenas de hojas Para ingresar a la habitacion, habia que atravezar un puente de madera que no estaba seguro, se movia todo La habitacion era grande pero no tenia espacios para apoyar cosas, no nos hicieron la limpieza de la habitacion, por la pandemia, pero veniamos de tres hoteles anteriores donde hubo servicio de limpieza
No hay ruidos , ni musica estridente, ideal para leer, dormir la siesta o simplemente conversar con tu pareja, ideal para ir en ese plan- No recomiento ir con niños.. En el desayuno solo extrañe el exprimido de naranja.. En la pileta siempre encontras reposeras y la vista al Champaqui es hermosa- Cenamos en el parque, con velitas, buen vino y en los platos se nota la mano de Eduardo-,
Nos hospedamos 3 noches durante el fin de semana largo de carnaval. Nos recibió una mujer que supongo (por los comentarios de otros huéspedes aquí en las opiniones) que es la dueña del lugar, porque en ningún momento se presentó. El lugar es muy pintoresco, las habitaciones son muy bonitas, y espaciosas, con salida directa al jardín. Al ingresar a nuestra habitación nos sugirieron que no tomemos el agua de la canilla; nos habían dejado 1 (una) botella de agua sin gas de 500ml (éramos dos). Nunca repusieron el agua. El desayuno es normal, no está mal, pero mi recomendación es que con solo 8 ó 10 huéspedes podrían hacer el esfuerzo de exprimir unas naranjas en vez de ofrecer jugo de caja. Y mi segunda sugerencia es que estén a disposición el café, la leche y el agua para el té, así uno mismo puede servirse. La primera noche cenamos en la posada; Carísimo. No vale la pena el gasto. Por último, una noche llovió mucho y a la mañana siguiente el agua de las canillas y del inodoro salía marrón (supones que fue por la lluvia). O sea, que nos lavamos los dientes, la cara y nos bañamos con ese agua “sucia”. Nadie nos dio ningún tipo de explicación ni hubo una advertencia al respecto. Mi conclusión, según mi experiencia, fue que no hay nada especial en esta posada, no está mal pero no es del otro mundo. No vale lo que cuesta. A favor: el silencio, la tranquilidad, la desconexión (la señal del celular es poca, hay wifi pero es malo y no hay tv), el canto de los pájaros, el verde que te envuelve. …
El hospedaje tiene habitaciones con muy buen gusto. El diseño es de campo, moderno, cálido y con habitaciones amplias y luminosas. Jessica fue muy dedicada y atenta a las necesidades de los pasajeros. Eduardo también muy amable. Al desayuno sugeriría hacerlo mas variado pero eso no cambia en nada mi opinión sobre la hostería. Muy aconsejable!
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