En realidad, Crans-Montana está compuesto de dos complejos para la práctica del esquí, Crans-sur-Sierre y Montana-Vermala, aunque a todos los efectos funcionan como uno solo. Un lugar muy frecuentado por la clase alta italiana, aquí las instalaciones para el esquí son buenas (mejor para los principiantes o los esquiadores de nivel intermedio), aunque también son excelentes las opciones para ir de compras, los restaurantes y los lugares para tomar una copa. Este enclave presume de ser la meseta más soleada de los Alpes y, de hecho, la nieve a veces escasea, aunque las vistas del Ródano son estupendas. En el mes de septiembre, en este lugar se juega el Master Europeo de golf.

Ostende, el puesto fronterizo costero más grande de Bélgica, ofrece una peculiar muestra de la cultura de playa flamenca. Los visitantes del interior acuden a sus playas arenosas y a su paseo marítimo, mientras que los recordatorios de la historia marítima y militar de la ciudad se reflejan en todos los puntos de esta antigua ciudad portuaria.

Hasta 14 torres custodian esta ciudad amurallada de la Toscana, aunque en los gloriosos días del Medievo llegaron a ser 72 torres. Sube a la Torre Grossa, de 54 metros, para tener unas vistas panorámicas y después visita la Colegiata, un templo totalmente decorado con frescos, o el Museo Cívico, en la plaza del Duomo. Ciudad turística donde las haya, si buscas un poco de paz, visítala de noche, cuando los autobuses llenos de turistas se vuelven a Florencia.

A una hora o dos al sur de Recife, Porto de Galinhas está hecho para el turista al que no le gustan los extremos. Un viajero comenta con entusiasmo: “lo que hace que sea genial es lo que no tiene: no hay un tráfico denso, ni vida nocturna". Explora las piscinas naturales que se forman entre el arrecife, y da de comer a los peces que nadan a tu alrededor; si lo prefieres, puedes montar en un todoterreno hasta la romántica playa de Muro Alto. También puedes saltarte todo esto y dormitar en una hamaca junto al verdoso y cristalino océano Atlántico.