La romántica ciudad de Nápoles está a dos horas al sur de Roma y es la de mayor tamaño del sur de Italia. Tiene algunos de los mejores teatros y salas de ópera del mundo, y se dice que toda ella es un auténtico museo al aire libre debido a todas las estatuas y monumentos que el visitante puede encontrar. Unite a las familias que pasean durante la puesta de sol por la bahía de Nápoles. Contemplá en el Museo Arqueológico Nacional algunos objetos procedentes de Pompeya y Herculano, ciudades destruidas por la erupción del volcán Vesubio en el año 79 d. C., o disfrutá con el arte y arquitectura de la capilla de San Severo, levantada a finales del siglo XVI.

En las orillas del hermoso río Elbe, la ciudad alemana de Dresden es exuberante y verde, está lleno de bosques, jardines y parques. La ciudad tiene mucha historia cultural y artística; el gran compositor de ópera Wilhelm Wagner estrenó numerosas obras aquí en el siglo XIX y, en la actualidad, una compañía independiente de opereta mantiene el arte clásico actualizado y moderno. Los culturetas amarán los museos Gemäldegalerie Alte Meister y Grünes Gewölbe, y los aficionados a la arquitectura quedarán maravillados con el mélange de estilos reflejados en el paisaje urbano.

La ciudad de Friburgo de Brisgovia se asienta austeramente al borde de la Selva Negra. Es la sede de una de las universidades más antiguas de Alemania y de una catedral de arenisca de estilo gótico, es un centro importante para los amantes de lo académico y de la historia medieval. Disfrutá de unas cervezas alemanas en una cervecería local, y luego subite a un teleférico que te llevará hasta la montaña Schauinsland, donde te esperan vistas increíbles y un observatorio solar.

Colonia tiene 2000 años de historia, y sus visitantes encontrarán de todo, desde torres romanas, iglesias góticas, hasta sofisticados ejemplares de la arquitectura moderna. Además, cuenta con una gran variedad de museos: visitá el Museo de Artes Aplicadas, el Museo Ludwig y, si sos goloso, el Museo del Chocolate. Eso sí, te advertimos: la tienda de regalos del último museo arruinará tu dieta por completo.

Bristol es una ciudad británica estrafalaria con hermosas vistas a las colinas y montones de lugares históricos para explorar. Cualquier persona interesada en los barcos quedará maravillada a bordo del SS Great Britain de Brunel, el primer gran transatlántico del mundo y del Matthew, una réplica del barco en el cual John Cabot navegó hacia América en el siglo XV. El elegante puente colgante de Clifton es otro lugar de visita obligada.

La ciudad más grande de Vietnam marca el ritmo cultural y económico del país. La antigua Saigón presume de su arquitectura colonial francesa y sus anchos bulevares, a menudo colapsados por el tráfico. Los taxis son una opción para ver esta ciudad en pleno crecimiento. El War Remnants Museum muestra la Guerra de Vietnam desde el punto de vista vietnamita. No te pierdas la impresionante Pagoda del Emperador de Jade. Si deseás conseguir comida, flores o incluso ranas, dirigite al frenético mercado de Ben Thanh. Recorré el delta del Mekong, a través de campos de arroz y casas flotantes.

Cesme atrae a todo tipo de surfistas de todo el mundo: surfistas convencionales, windsurfistas y kitesurfistas. Si sabes surfear, tienes que practicarlo en Cesme. Esta turística ciudad de la costa egea se centra completamente en el agua. Incluso el Castillo de Cesme, del siglo XVI, se encuentra a un tiro de piedra de este mar de color zafiro. Las playas son de color dorado, el agua es cálida y el ambiente es refinado pero amable.

La Riviera francesa conserva el sabor de la Belle Époque gracias a sus playas soleadas que parecen interminables, sus ciudades con encanto, sus suntuosos yates y sus famosos visitantes. La mayoría de las localidades se recorren mejor a pie, pero para desplazarse entre pueblos y ciudades es mejor utilizar la económica y fiable red de ferrocarriles. Lugares de fábula como Saint-Tropez, Niza, Cannes, Antibes, Villefranche-sur-Mer y Saint-Jean-Cap-Ferrat atraen a los viajeros a la estela de Picasso, Matisse y Bizet. Más de cien museos y 150 galerías mantienen viva la tradicional llama artística de la región.