La que fue una de las ciudades más importantes de la Grecia antigua, hoy Siracusa, es una animada ciudad de unos 125.000 habitantes en la costa sudeste de Sicilia. La ciudad está llena de restos de su larga historia. Romanos, vándalos y normandos son algunos de los que reinaron aquí antes que los griegos. En el puerto de Siracusa, Isla Ortigia (también llamada Città Vecchia o Ciudad Vieja) ofrece muchas de las principales atracciones, entre ellas la catedral del siglo VII y la Fuente de Aretusa.

Noto, una de las ciudades barrocas del sudeste de Sicilia (designada por la UNESCO), es famosa por su opulenta arquitectura y su exceso de belleza. Su catedral del siglo XVIII es un punto destacado del lugar, como lo son el Caffè Sicilia, el cual, según dicen los rumores, hace el mejor helado de toda Italia.

Situada en la costa este de Sicilia, Catania ha sido la joya de una sucesión de imperios a lo largo de los siglos; desde los griegos a los romanos, pasando por los árabes, normandos y españoles, por nombrar solo algunos. Pero más devastadora que los invasores ha resultado la geografía de la ciudad: se encuentra al pie del monte Etna, el mayor volcán y el más activo de Europa, que destruyó totalmente la ciudad por los terremotos y la lava en 1693. Después se reconstruyó en el estilo barroco (con el uso creativo de lava) por el que es famosa hoy en día.

La mayor isla del Mediterráneo está separada del continente mediante el estrecho de Mesina. Región montañosa de por sí, la costa de Sicilia y sus pequeñas islas se encuentran al pie de varios volcanes, entre ellos el Etna, el Stromboli y el Vulcano. Griegos, romanos, normandos y catalanes dejaron huella en la isla, en forma de palacios bizantinos, castillos góticos y ornamentaciones barrocas en la ciudad de Palermo. La mayoría de las poblaciones principales poseen interesantes museos, pero el Etna y los templos helénicos de Agrigento proporcionan una experiencia realmente única.

Roma tampoco se puede recorrer en un día. La ciudad parece una gran sala de exposición de un museo gigante al aire libre, un collage de plazas auténtico, mercados abiertos y sitios históricos alucinantes. Tirá una moneda en la Fontana di Trevi, quedate con la boca abierta en el Coliseo y el Panteón, y recargá tu energía con un capuchino para pasar una tarde de shopping en el Campo de’Fiori o Via Veneto. Zambullite en un plato de pasta fresca, algunos suculentos alcauciles fritos o un tierno guiso de rabo de buey para disfrutar de las mejores comidas de tu vida.

Tantos edificios en Madrid parecen castillos que te va a parecer que estás en un cuento de hadas. Incluso el Ayuntamiento es asombroso, con sus pináculos blancos y sus detalles neogóticos. Un tour arquitectónico autoguiado puede comenzar en la grandiosa estatua del oso y el madroño en la Puerta del Sol. Recorré el extravagante Palacio Real antes de absorber la belleza natural del Parque del Retiro, luego visitá alguno de los muchos museos de la ciudad. Podés terminar felizmente cada día picando una paella mientras probás un vino español de la zona de La Rioja.

Encaramada a la cima sur de las colinas de Palani, una zona muy selvática, se encuentra Kodaikanal, una popular ciudad turística junto al lago que atrae a los amantes de la naturaleza. Date un paseo por sus tranquilas laderas atento a las aves, las flores exóticas y la ardilla gigante. Si te encanta el campo, dirígete a Dolphin’s Nose, una formación rocosa, o date un paseo por las cataratas.

Kingston se encuentra en el Lago Ontario, a tres horas de Toronto. Es famosa por sus mercados, tanto de objetos como de productos de granja, y por su impactante arquitectura (la ciudad fue capital durante un breve periodo). Asimismo, constituye una base fantástica para explorar las Mil Islas, el río St. Lawrence y su parque natural. Visita la mayor de las islas, la isla Wolfe, y monta en bicicleta por sus numerosas granjas. Busca antigüedades en los pueblos de alrededor y no te pierdas los festivales de Confederation Park.

Practicantes de kite surf, parapente y pesca submarina acuden a La Morne, un pueblecito del suroeste de Mauricio donde sopla mucho el viento. La montaña Le Morne Brabant, un espectacular pico de roca basáltica salpicada de cuevas que antaño cobijaban a esclavos que se habían escapado, domina sobre complejos de lujo y una extensa playa considerada como la mejor de la isla. Súmale una radiante laguna turquesa y unas puestas de sol preciosas, y verás que decir que la ciudad es un "paraíso" esta vez no se trata de un cliché.