Conocida mundialmente por sus paisajes, sus viñedos, su arte y su gente, la región de la Toscana en Italia es comúnmente visitada y disfrutada por cientos de turistas cada temporada. Allí la modernidad y lo clásico se mezclan constantemente dándole a la ciudad un aire distinto, renovador y encantador que enamora a sus visitantes.

En Florencia visite la Catedral y el palacio de los Medici y en Pisa la obligada es la Torre inclinada, aunque también se debe recorrer el Duomo y el Baptisterio. Emplazada sobre una de las tantas colinas de la Toscana nos encontramos con la bella ciudad medieval de Siena. Aquí recorra a pie la breve distancia que separa la plaza principal de la ciudad, la Piazza del Campo, de la Torre del Mangia y no deje de ver la Campana de la Torre. Esta debe ser la ciudad más conocida de Toscana por las típicas postales: grandes paisajes verdes con pequeños claros que se destacan .

Entre las ciudades de Florencia y Siena se ubica la región del Chianti repleta de viñedos y bodegas de los mejores vinos italianos. Visite aquí los pequeños pueblos de Castellina, Radda y Gaiole y ya que está a mitad de camino de dos grandes atractivos turísticos y posee un encanto único: las fiestas tradicionales donde se pueden degustar platos típicos de la cocina italiana acompañados del mejor vino.

Múnich transmite un encanto bávaro. Los fanáticos de la cerveza deben visitar Hofbräuhaus sin perder un segundo, un salto al cielo que produce esta excelente bebida desde 1589. La bebida es definitivamente legendaria durante Oktoberfest, una celebración de cervezas locales y comidas especiales alemanas. Imitá a los atletas mundiales en el Olympiapark, donde te vas a sentir un campeón patinando en la pista de hielo olímpica. El paseo por la Marienplatz es perfecto para las personas que miran con asombro el Glockenspiel del Ayuntamiento.

Belek, un núcleo turístico de la Riviera turca, es conocido por sus prístinas playas de arena blanca rodeadas de bosques de pinos. Los aficionados a la historia deberían planificar excursiones a las ruinas romanas de Perge y el anfiteatro de Aspendos. O, si prefieres jugar un rato al golf, tráete los palos, ya que hay unos campos excelentes en la zona.

Las extensas playas de la llamada Costa de las Flores atraen tanto a las familias como a los que desean conmemorar el Día D en que se produjo el famoso desembarco, en 1944. Tierra adentro, el viajero podrá observar al ganado pastando en idílicos parajes rurales y edificios anteriores a la Segunda Guerra Mundial que se conservan al lado de otros de arquitectura moderna. Alquile un coche o contrate una visita organizada desde Caen o Bayeux. Monet se inspiró en el paisaje que rodeaba su casa de Giverny cuando dibujó sus famosos nenúfares. Aquí, la abundancia de flores en verano es una auténtica maravilla. No deje de visitar el casco antiguo de Rouen y su catedral, así como la catedral de Caen, los tapices de Bayeux y la antigua abadía de Mont-St-Michel.

Bristol es una ciudad británica estrafalaria con hermosas vistas a las colinas y montones de lugares históricos para explorar. Cualquier persona interesada en los barcos quedará maravillada a bordo del SS Great Britain de Brunel, el primer gran transatlántico del mundo y del Matthew, una réplica del barco en el cual John Cabot navegó hacia América en el siglo XV. El elegante puente colgante de Clifton es otro lugar de visita obligada.

La mayor ciudad de Suiza es un importante foco de arte contemporáneo y un destino ideal para ir de compras. En los museos de Kunsthaus y Rietberg se exhiben piezas artísticas destacadas. Para los que gustan de ejercer el arte de ir de compras, las calles Bahnhofstrasse y Niederdorf son lugares magníficos donde desarrollar esta habilidad. Las vidrieras de Chagall de la catedral de Fraumünster son asombrosas. Zurich cuenta con 500 bares y discotecas, algunas de ellas en piscinas, que marcan el ritmo de la ciudad hasta altas horas de la madrugada. Esta urbe próxima al lago Zurich cuenta con un sistema de transporte público excelente, así como de alquiler de bicicletas.