Desde el bullicioso encanto de la ciudad de Galway hasta el sobrenatural y agreste Burren, Irlanda occidental ofrece una gran variedad de experiencias. La exuberante Galway, la Ciudad de las Tribus, llena sus veranos de festivales y en sus pubs los visitantes se mezclan con las gentes del lugar. Westport es otra carismática ciudad, llena de vidrieras multicolores, pubs y restaurantes excelentes. La sorprendente flora del paisaje prácticamente lunar de Burren resulta fascinante. No se pierda los monumentos funerarios de la Edad de Piedra, el pueblo pesquero de Ballyvaughan o la alegre Lisdoonvarna.

Kilkenny tiene más de 400 años, pero por cierto no aparenta su edad. Sí, tiene una multitud de imponentes catedrales, castillos, abadías y otros enormes edificios de piedra medievales, pero a Kilkenny le encanta la fiesta. Una inagotable agenda de festivales artísticos que celebran el teatro, la comedia, el blue grass y la danza bombean constantemente nueva vida a la ciudad, aportándole energía y un sabor internacional.

Uno de los pueblos de colina que más desafían la gravedad es Cuenca, mientras se aferra a empinados acantilados de piedra caliza que se destacan por encima de barrancos idénticos. Este pueblo, designado por la UNESCO, retiene su carácter árabe medieval, aunque una mirada rápida dentro de las muchas “casas colgantes” revelará la fijación actual de este pueblo con el arte abstracto.

La ciudad balneario de Sopot, situada en el Mar Báltico casi equidistante a Gdansk y Gdynia, de hecho sólo las separa unos pocos kilómetros de cualquiera de las dos, es la más pequeña del Trójmiasto (Trío de Ciudades). Lugar de retiro para ricos y aristócratas durante siglos, ese aire exclusivo de Sopot prevaleció durante la era comunista y esta elegante ciudad ha experimentado un boom en la construcción durante los últimos años. Orgullosa de sus hermosas playas y lujosas estaciones, Sopot también es famosa por su muelle de madera (el más largo de Europa), por el Forest Opera, un festival que se celebra en medio del bosque, y por su animada calle Monte Cassino Street.

Famosa por su hijo predilecto, el astrónomo Copérnico, Torun fue fundada por los reyes teutónicos en el siglo XIII. Todavía se pueden ver las ruinas de su castillo, que casi permanecen intactas desde que los descontentos habitantes de la ciudad medieval lo destruyeran. Torun fue una de las pocas ciudades polacas que lograron esquivar los grandes daños que ocasionó la II Guerra Mundial. Su casco histórico, que ha sido restaurado con gran acierto, es lugar Patrimonio de la Humanidad. No te pierdas el antiguo ayuntamiento porque te sorprenderá. Torun también es famoso por su pan de jengibre.

La peculiar arquitectura de Andalucía y sus pequeñas poblaciones siempre bañadas por el sol hablan de la antigua presencia musulmana en esta comunidad autónoma de clima seco y relieve montañoso al sur de España. Las temperaturas en primavera y otoño son agradables, e ideales para visitar la catedral de Sevilla, la mayor estructura gótica del mundo, así como la mezquita de Córdoba, con más de 1.200 años de antigüedad. Los espíritus románticos adorarán Granada, donde se conserva el palacio-fortaleza de la Alhambra, un lugar que ha inspirado a muchos escritores, entre ellos al poeta Federico García Lorca. No deje de disfrutar de las aguas y playas de la Costa del Sol.

Conquistar Nueva York en una visita es imposible. Por eso, visitá lo imperdible: el edificio Empire State, la Estatua de la Libertad, el Central Park, el Museo de Arte Metropolitano; y luego explorá lo menos conocido con visitas a The Cloisters o a una de las bibliotecas de la ciudad. Disfrutá de las tiendas bohemias del West Village o la fina gastronomía del Upper West Side. El bullicioso mercado de la estación Grand Central te da un sabor literal de lo mejor que la ciudad tiene para ofrecer.