Encaramada en el extremo norte de la costa oeste menos viajada de Sicilia, Trapani tiene un alma mediterránea del viejo mundo. Los viajeros se acercan a ver las tradicionales salinas y las pescaderías de atún, junto a su bahía en forma de media luna, y para tomarse el ferry a las islas Egadas cercanas.

Palermo es un crisol urbano caracterizado por una historia y una cultura tan diversas que a menudo parecen en conflicto. Descubre una interesante variedad de estilos arquitectónicos, desde cúpulas árabes hasta edificios barrocos, y disfruta de una cocina deliciosa con orígenes diversos. No te pierdas el Palacio de los Normandos, la Capilla Palatina y la iglesia de San Juan de los Ermitaños. Los amantes de la música y el arte no pueden dejar de visitar la Galleria d’Arte Moderna (la “GAM”) y el Museo Antonino Salinas o ir a ver una ópera o un ballet al Teatro Massimo.

Aunque Cefalú se considera uno de los pueblos resort más elegantes de Italia, hay mucho más que hacer que simplemente nadar y tomar sol. Este sitio junto al mar, ubicado en la costa noreste de Sicilia, es igualmente famoso por su catedral normanda, su casco antiguo medieval, su museo arqueológico y su gastronomía cargada de mariscos.

La pequeña Scíathos está repleta de bosques de pinos, de ruinas arqueológicas y —lo más importante— de playas. Perdé tus inhibiciones en la playa nudista Banana Beach o tomá sol de una forma más modesta en Koukounaries, que está salpicada de animados cafés. Navegá en un catamarán alquilado, hacé senderismos hasta las impresionantes ruinas medievales de Kastro y llegá a tu lado espiritual en uno de los tantos monasterios de Scíathos.

Berlín es una ciudad tensa, desde su moda a su arquitectura hasta su cargada historia política. El Muro de Berlín es un recordatorio aleccionador de la atmósfera hipercargada de la posguerra, y aun así, los grafitis que cubren sus restos hoy en día se han vuelto un símbolo del progreso social. Visitá el reloj Weltzeituhr (hora mundial), coronado con un modelo del sistema solar, luego viajá en el tiempo al cenar en el histórico Zur Letzten Instanz, un restaurante del siglo XVI que solían frecuentar Napoleón y Beethoven.

Madeira, llamada “La Perla del Atlántico”, es un frondoso paraíso montañoso y la joya de la corona de las islas Madeira. La isla, formada por erupciones volcánicas tiempo atrás, ofrece abundantes aventuras, como senderismo por Pico Ruivo, el pico más alto de la isla, a unos 1800 m de altura. En la orilla las aguas son tan azules que las ballenas algunas veces nadan cerca de la tierra. En Funchal, la capital, conviven 100.000 personas, una extraordinaria cultura y atracciones como la Sé (Catedral) del s.XV y el Museu da Quinta das Cruzes.

Si querés bajarte de un avión y estar 15 minutos después en un megaresort, Jericoacoara probablemente no sea para vos. Pero si querés una ciudad con playa de belleza natural intacta, no enloquezcas si vas rebotando por las calles sucias y desprolijas una hora para llegar: es probable que creas estar en el paraíso. Kitesurfing, windsurfing, Capoeira, y, por supuesto, tomar sol en la playa son las actividades más populares.