Si estás en un restaurante con vista a la magnífica costa de Amalfi, no hay ningún motivo para dejar de admirar tanta belleza y leer el menú. Solo tenés que indicarle al mozo que querés gnocchi alla sorrentino (ñoquis con una salsa de tomates simple y queso mozzarella) y mariscos recién pescados (no importa qué tipo de mariscos sea, seguro será increíble). Después terminá la comida con un vaso de limoncello.

Conocida mundialmente por sus paisajes, sus viñedos, su arte y su gente, la región de la Toscana en Italia es comúnmente visitada y disfrutada por cientos de turistas cada temporada. Allí la modernidad y lo clásico se mezclan constantemente dándole a la ciudad un aire distinto, renovador y encantador que enamora a sus visitantes.

En Florencia visite la Catedral y el palacio de los Medici y en Pisa la obligada es la Torre inclinada, aunque también se debe recorrer el Duomo y el Baptisterio. Emplazada sobre una de las tantas colinas de la Toscana nos encontramos con la bella ciudad medieval de Siena. Aquí recorra a pie la breve distancia que separa la plaza principal de la ciudad, la Piazza del Campo, de la Torre del Mangia y no deje de ver la Campana de la Torre. Esta debe ser la ciudad más conocida de Toscana por las típicas postales: grandes paisajes verdes con pequeños claros que se destacan .

Entre las ciudades de Florencia y Siena se ubica la región del Chianti repleta de viñedos y bodegas de los mejores vinos italianos. Visite aquí los pequeños pueblos de Castellina, Radda y Gaiole y ya que está a mitad de camino de dos grandes atractivos turísticos y posee un encanto único: las fiestas tradicionales donde se pueden degustar platos típicos de la cocina italiana acompañados del mejor vino.

Detenerse a saborear un pain au chocolat en un café con mesas en la vereda, relajarse después de un día de haber caminado por la orilla del Siena y maravillarse con íconos como la torre Eiffel y el Arco del Triunfo… la perfecta experiencia parisina combina tiempo libre y vitalidad, con suficiente tiempo para saborear tanto una comida exquisita como las exposiciones del Louvre. Despertá tu espíritu en Notre Dame, buscá gangas en el Marché aux Puces de Montreuil o cosas ricas en el Marché Biologique Raspail, y terminá tu día con un arriesgado espectáculo en el Moulin Rouge.

Los resorts y los arrecifes son el atractivo principal de la delgada costa del mar Rojo de Israel, y Eilat tienta a sus visitantes con un sol que dura todo el año. Sus playas arenosas, sus aguas cálidas y su vida nocturna completan el paquete, junto con el paisaje de desierto que se encuentra más allá de la concurrida costa.

¿Querés que tus compañeros de trabajo se mueran de envidia? Decí como por casualidad: “Este año me voy de vacaciones a las Maldivas”, sobre todo si es pleno invierno. O mejor todavía: escapate sin decírselo a nadie y luego mandá una postal que diga “¡Ojalá estuvieran aquí!”.

A una hora o dos al sur de Recife, Porto de Galinhas está hecho para el turista al que no le gustan los extremos. Un viajero comenta con entusiasmo: “lo que hace que sea genial es lo que no tiene: no hay un tráfico denso, ni vida nocturna". Explora las piscinas naturales que se forman entre el arrecife, y da de comer a los peces que nadan a tu alrededor; si lo prefieres, puedes montar en un todoterreno hasta la romántica playa de Muro Alto. También puedes saltarte todo esto y dormitar en una hamaca junto al verdoso y cristalino océano Atlántico.

Los manglares se combinan con playas arenosas en la relajada Maragogi, una ciudad en crecimiento en la que sus lugareños y visitantes disfrutan al dirigirse al mar para disfrutar de unas bebidas al atardecer y socializar. Los tesoros más codiciados están lejos de la costa, donde la reserva marina de Gales de Maragogi alberga estanques cristalinos, arrecifes de coral y peces coloridos.

Conquistar Nueva York en una visita es imposible. Por eso, visitá lo imperdible: el edificio Empire State, la Estatua de la Libertad, el Central Park, el Museo de Arte Metropolitano; y luego explorá lo menos conocido con visitas a The Cloisters o a una de las bibliotecas de la ciudad. Disfrutá de las tiendas bohemias del West Village o la fina gastronomía del Upper West Side. El bullicioso mercado de la estación Grand Central te da un sabor literal de lo mejor que la ciudad tiene para ofrecer.

A cerca de una hora al sur de Mombasa, las brillantes arenas blancas y el exuberante verdor de Diani invitan al viajero a relajarse bajo la sombrilla con una refrescante bebida. Prueba la experiencia turística de pasear en camello o reserva una ruta interior en bici para conocer cómo es la vida en las aldeas de la zona. En Diani hay también varias agencias de safaris.