Situada en la costa este de Sicilia, Catania ha sido la joya de una sucesión de imperios a lo largo de los siglos; desde los griegos a los romanos, pasando por los árabes, normandos y españoles, por nombrar solo algunos. Pero más devastadora que los invasores ha resultado la geografía de la ciudad: se encuentra al pie del monte Etna, el mayor volcán y el más activo de Europa, que destruyó totalmente la ciudad por los terremotos y la lava en 1693. Después se reconstruyó en el estilo barroco (con el uso creativo de lava) por el que es famosa hoy en día.

El Monte Tauro como pedestal, dos espléndidas bahías al fondo, en la lontananza el Volcán Etna y más de ciento sesenta kilómetros de Mediterráneo ante ti… ¿Alguien da más? En este maravilloso paisaje se extiende Taormina, una legendaria ciudad turística siciliana. Recorre sus calles serpenteantes y visita el teatro griego del siglo II, en el que se han inspirado las obras de D.H. Lawrence y Truman Capote. Para ir a sus playas móntate en el teleférico, y para contemplar vistas panorámicas, anímate y sube hasta la iglesia de San José en Castelmola.

La mayor isla del Mediterráneo está separada del continente mediante el estrecho de Mesina. Región montañosa de por sí, la costa de Sicilia y sus pequeñas islas se encuentran al pie de varios volcanes, entre ellos el Etna, el Stromboli y el Vulcano. Griegos, romanos, normandos y catalanes dejaron huella en la isla, en forma de palacios bizantinos, castillos góticos y ornamentaciones barrocas en la ciudad de Palermo. La mayoría de las poblaciones principales poseen interesantes museos, pero el Etna y los templos helénicos de Agrigento proporcionan una experiencia realmente única.

Roma tampoco se puede recorrer en un día. La ciudad parece una gran sala de exposición de un museo gigante al aire libre, un collage de plazas auténtico, mercados abiertos y sitios históricos alucinantes. Tirá una moneda en la Fontana di Trevi, quedate con la boca abierta en el Coliseo y el Panteón, y recargá tu energía con un capuchino para pasar una tarde de shopping en el Campo de’Fiori o Via Veneto. Zambullite en un plato de pasta fresca, algunos suculentos alcauciles fritos o un tierno guiso de rabo de buey para disfrutar de las mejores comidas de tu vida.

Necesitarás coche y un mapa de la zona para acceder a las playas de Porto Vecchio, en las que hallarás prístina arena blanca bañada por cristalinas aguas turquesas. Las concurridas playas son la mayor atracción de esta localidad portuaria que, según afirman los viajeros, aún no se ha visto totalmente invadida por la industria turística. Mientras estás allí, puedes degustar marisco fresco en los restaurantes locales y planificar una excursión a la bella población de Bonifacio.

Si querés bajarte de un avión y estar 15 minutos después en un megaresort, Jericoacoara probablemente no sea para vos. Pero si querés una ciudad con playa de belleza natural intacta, no enloquezcas si vas rebotando por las calles sucias y desprolijas una hora para llegar: es probable que creas estar en el paraíso. Kitesurfing, windsurfing, Capoeira, y, por supuesto, tomar sol en la playa son las actividades más populares.

A una hora o dos al sur de Recife, Porto de Galinhas está hecho para el turista al que no le gustan los extremos. Un viajero comenta con entusiasmo: “lo que hace que sea genial es lo que no tiene: no hay un tráfico denso, ni vida nocturna". Explora las piscinas naturales que se forman entre el arrecife, y da de comer a los peces que nadan a tu alrededor; si lo prefieres, puedes montar en un todoterreno hasta la romántica playa de Muro Alto. También puedes saltarte todo esto y dormitar en una hamaca junto al verdoso y cristalino océano Atlántico.

Conquistar Nueva York en una visita es imposible. Por eso, visitá lo imperdible: el edificio Empire State, la Estatua de la Libertad, el Central Park, el Museo de Arte Metropolitano; y luego explorá lo menos conocido con visitas a The Cloisters o a una de las bibliotecas de la ciudad. Disfrutá de las tiendas bohemias del West Village o la fina gastronomía del Upper West Side. El bullicioso mercado de la estación Grand Central te da un sabor literal de lo mejor que la ciudad tiene para ofrecer.

Glitzy Lech es una de las ciudades turísticas más adineradas de Austria. Abundan los lujosos palacios con precios desorbitantes, pero esta ostentosa tierra de las maravillas de invierno, procedente de la vieja escuela, cuenta también con alojamientos y un lugar en las pistas para todos los bolsillos. Popular desde 1920 y la década de 1930, esta antigua ciudad rural ha conseguido conservar su carácter y encanto originales. Al ser, hasta cierto punto, un lugar aislado obliga al conductor a emplear sus mejores artimañas para conducir con un tiempo adverso, aunque esto es a la vez lo que atrae a los admiradores más famosos. Los aeropuertos más próximos son el de Zurich y el de Innsbruck.

Al ver la ciudad de St. John's, puede que te recuerde a un San Francisco en miniatura, pero sin tranvías. St. John’s ofrece el equilibrio ideal entre naturaleza y vida nocturna, desde el East Coast Trail y sus paisajes al colorido distrito de entretenimiento que recorre George Street. A pesar de ser la ciudad más grande de Terranova, se respira un ambiente tranquilo y popular. ¡En la Ciudad de las Leyendas te sentirás como en casa!

Fundada al pie de la Cordillera Himalaya por un oficial del ejército británico en 1820, la “Reina de las Colinas” se eleva por encima del resto, con sus densos bosques, clima favorable y vistas del Valle Doon. Su nombre proviene del arbusto Mansur que está cubierto de vallas y que se encontró en abundancia en el entorno de esta zona tan ideal para hacer trekking. Todavía se pueden ver algunos vestigios de su pasado colonial en su gastronomía y arquitectura. Para descubrir imponentes lugares en la naturaleza, dirígete a Gun Hill o a Childer’s Lodge, los dos picos más altos, o a la famosa cascada de Kempty.