Aix, una ciudad elegante y animada, es conocida por sus baños de aguas termales, escuelas de arte y universidades. Pasea por el Cours, el casco antiguo y el Quartier Mazarin a pie, deteniéndote en las cafeterías, las librerías, los mercados… Si vas con niños, y se quejan, ponlos a contar fuentes. Se dice que en Aix hay mil.

Olvidate del calzado a la moda, solo el que sea más cómodo irá bien en Killarney. Es un pueblo para caminar, y cada sendero es una lección de historia. Hacé un recorrido a pie por el primer parque nacional de Irlanda, con bosques de más de 10 000 hectáreas, montañas de piedra arenisca y lagos de áreas bajas. Cuando los pies no te dan más, andá al Parque Nacional de Killarney en bote desde el castillo de Ross. Y como hay más dormitorios en Killarney que en cualquier otro pueblo o ciudad de Irlanda (aparte de Dublín), siempre encontrarás un lugar para descansar la mente (y los pies).

Playas barridas por el viento, dunas, faros centelleantes y un agradable ritmo de vida caracterizan esta isla de más de 80 kilómetros cuadrados. El que en su tiempo fue el primer puerto ballenero del mundo es ahora un Distrito Histórico Nacional. Dejá el auto y usá el autobús o la bicicleta para desplazarte. Las casas a la orilla del mar, las mansiones de los viejos capitanes balleneros y los puertos históricos albergan pintorescas casas quinta, tiendas boutique, cabañas donde se sirve sopa de pescado y restaurantes exclusivos. Podés nadar, practicar surf o dedicarse a la especialidad de Nantucket: la pesca de la anchoa y el bonito.