Una fácil parada de tren en Emilia-Romaña: Ferrara brilla con la pasada gloria de su historia renacentista. Con un paseo a pie o en bicicleta por los castillos y muros defensivos intactos, verás fácilmente cómo esta gema del norte de Italia ganó su declaración como patrimonio mundial de la UNESCO.

Ubicado en una isla entre Trieste y Venecia, el pueblo playero de Grado es popular entre los turistas. Reconocido por su centro medieval, Grado también es famoso como resort spa, y se dice que su arena tiene propiedades curativas.

Coronada por el elevado Castillo de Udine, la ciudad pueblerina de Udine (ubicada en Friuli, al noreste de Italia), es famosa por su belleza arquitectónica. Algunos lugares de interés para el turismo son la Loggia del Lionello de estilo gótico, la Catedral de Udine de estilo barroco y la gran Piazza della Libertà.

Barcelona parece un poco surrealista: apropiado, ya que Salvador Dalí pasó un tiempo aquí y el arquitecto catalán Antoni Gaudí diseñó varios de los edificios de la ciudad. Entrar a la Iglesia de la Sagrada Familia de Gaudí es un poco como caer por el espejo; un recorrido que podés continuar con una visita al Parque Güell. Probá la sangría en un café con mesas en la vereda de Las Ramblas mientras mirás a los extravagantes artistas callejeros, luego armá tu propio banquete móvil yendo de un bar de tapas a otro.

Vale la pena visitar las hermosas playas de Almería, además de la alcazaba (el recinto fortificado de construcción musulmana) que ofrece vistas de la metrópolis. Si te aventuras algo más hacia el sur, encontrarás Mojácar, que combina a la perfección las vacaciones de playa de siempre con la aldea de casas blancas junto a una colina que a los turistas tanto les apasiona.