Abrazada a una roca casi vertical en la costa de Amalfi, Positano es el colmo de lo pintoresco. Pese a su popularidad como ciudad turística, sigue conservando su carácter único. Destaca por sus edificios de arquitectura árabe que se elevan sobre empinadísimas calles. La moda ocupa un lugar preferente en esta ciudad, con pequeñas boutiques donde los visitantes encontrarán moda playera que exhibir. A poca distancia se encuentran Ravello, Capri e Ischia, a los que se accede en barcos que salen todos los días.

Si estás en un restaurante con vista a la magnífica costa de Amalfi, no hay ningún motivo para dejar de admirar tanta belleza y leer el menú. Solo tenés que indicarle al mozo que querés gnocchi alla sorrentino (ñoquis con una salsa de tomates simple y queso mozzarella) y mariscos recién pescados (no importa qué tipo de mariscos sea, seguro será increíble). Después terminá la comida con un vaso de limoncello.

Los riscos y las grutas de Capri han asombrado a los visitantes desde que los antiguos griegos se establecieron por primera vez en la isla. Es entendible por qué los artistas y escritores han inmortalizado la belleza e historia de Capri por siglos. Subite a un bote de madera para visitar la Grotta Azzurra, una cueva llena de espectacular agua azul. Saboreá un gelato mientras paseás por los puertos de Marina Piccola o Marina Grande, un antiguo puerto pesquero romano.

La isla más grande y, según muchos, la más hermosa de la Bahía de Nápoles, Ischia es reconocida por sus spas curativos. Ferris e hidrodeslizadores conectan a Nápoles con Ischia Porto, la ciudad principal. Cerca de Ischia Ponte (conectados con la isla principal mediante un puente peatonal) están los magníficos Castello Aragonese y Torre Guevara. Forio en la costa oeste de la isla, Lacco Ameno en el noroeste y Sant’Angelo en el sur, son las ciudades turísticas más agitadas. Casamicciola Terme en el norte es uno de los spa más antiguos de Europa.

Si es la primera vez que visitas la costa de Amalfi, es más que probable que te quedes con la boca abierta la primera vez que veas un limonero junto a la carretera. Sí, son limones; sí, son del tamaño de tu cabeza. Pero, a pesar de su extraña apariencia, acabarás adorando estos limones, porque los lugareños los usan para fabricar limoncello. Y deberías confiar en nuestra palabra: no hay nada como una copa de limoncello mientras contemplas el mar desde el balcón de tu hotel en Amalfi. Y luego dicen que la perfección no existe.

Tras un recorrido de cinco kilómetros de serpenteantes carreteras de montaña, partiendo desde Amalfi, se alcanza la preciosa ciudad turística de Ravello, lugar que lleva atrayendo a famosos durante siglos, incluyendo a Richard Wagner, Greta Garbo, Gore Vidal y D.H. Lawrence, quien escribió aquí “El Amante de Lady Chatterley”. El Duomo (catedral) de Ravello y Villa Cimbrone (ambas del siglo XI), así como Villa Rufolo (del siglo XIII) son tres magníficos lugares de interés turístico. El Festival Anual de Ravello, que se celebra en verano, comenzó a modo de aclamación de la música de Wagner, pero ahora pone en escena una amplia variedad de músicas y artes.

Olbia (que significa “felicidad” en griego) es un punto de inicio muy popular para aquellos que visitan las playas de arenas blancas de la Costa Esmeralda, pero quienes se queden en esta ciudad costera descubrirán un centro lleno de sitios históricos arqueológicos, piazzas rodeadas de bares de vino y comedores auténticos.

Adís Abeba, a la que en ocasiones se le denomina “la capital de África”, es un vibrante núcleo de actividad económica, social y política, así como el hogar de instituciones tan importantes como la Unión Africana y la Comisión Económica para África de las Naciones Unidas. La diversidad de su población se ve reflejada en la gran variedad de iglesias, mezquitas y museos, entre los que se encuentra el Museo nacional de Etiopía, que alberga el esqueleto fosilizado de Dinkinesh (o Lucy), la australopitecina descubierta en la zona en los años 70.

Parece que la mayoría de las personas tienen una abuela, un tío abuelo o algún otro pariente lejano que solía vivir en Brooklyn, o tal vez un amigo que vive allí en este momento. A principios del 1900, era una meca para los inmigrantes que llegaban desde la Isla Ellis. Cien años más tarde, jóvenes profesionales y artistas dejaban la costosa Manhattan por espacios más económicos y amplios en Brooklyn. Barrios como Brooklyn Heights y Park Slope, los cuales estaban en un estado de abandono desde hacía años, se restauraron y se convirtieron en lugares de moda. Podés cruzar caminando o en bicicleta el histórico Puente de Brooklyn (también podés ir en subte) para dar un paseo por el Promenade y disfrutar de las impresionantes vistas del horizonte de Manhattan. Deambulá por el Parque Prospect y el Jardín Botánico de Brooklyn para disfrutar de un poco de naturaleza en la zona salvaje de la urbe. Disfrutá de un espectáculo de la Academia de Música de Brooklyn, famosa a nivel mundial Desde los deliciosos restaurantes italianos de Bensonhurst hasta los bares irlandeses que recorren las avenidas de Bay Ridge, desde los perritos calientes y las montañas rusas de Coney Island hasta los bagels y canchas de handball de Greenpoint, Brooklyn no es solo una comunidad dinámica, también es un estado de ánimo. Descubrí por qué, sin importar adónde se vayan sus habitantes, siguen siendo de Brooklyn en su corazón.

Un fuerte sol costero mantiene las playas repletas durante todo el año en Joao Pessoa, y su arquitectura de Art Nouveau de colores brillantes insinúa la tradición creativa de la ciudad. Aquí, el arte es el centro de atención de la vida cotidiana, con estudios locales que crean de todo, desde arcilla hasta crochet.