Aunque a menudo eclipsada (en cuanto a turismo) por el mayor tamaño y fama de su gran vecina Ámsterdam, situada a unos 15 kilómetros al este, la historia de Haarlem realmente se remonta a mucho más atrás. Tiene 150.000 habitantes y es la capital de la región de Noord-Holland. El Museo Teylers, con su colección única de arte y artefactos, es el museo más antiguo de los Países Bajos. El fantástico Museo Frans Hals cuenta con muchas obras de este artista y otros estudiantes de Haarlem. Grote Markt, la plaza principal de la ciudad, es una visita obligada.

A principios del siglo XVII, la ciudad de Leiden, que alberga la universidad más antigua de los Países Bajos y es el lugar de nacimiento de Rembrandt, fue durante muchos años una escala entre Inglaterra y el Nuevo Mundo para los Padres Peregrinos de América. Hoy, la encantadora Leiden presume de ser el segundo núcleo urbano del país, solo por detrás de Ámsterdam. El Museo Nacional de Antigüedades cuenta con una impresionante colección de piezas egipcias. El Hortus Botanicus, fundado en 1590, fue el lugar donde se plantaron los primeros bulbos de tulipanes de los Países Bajos, en 1593.

Con más de 2000 años de antigüedad, Nimega ha tenido una vida repleta de experiencias. Su transición desde los campamentos militares romanos a los modernos municipios no ha estado exenta de dolores de crecimiento. A pesar de todo, Nimega es actualmente una ciudad próspera, gracias en gran parte a sus elevado número de animados estudiantes y a sus estatus como centro del activismo político. Intenta visitarla durante el Vierdaagse, un festival de marchas de cuatro días de duración reconocido internacionalmente, y el Zomerfeesten, una fiesta estival de leyenda. Se celebran simultáneamente. Aunque, claro, ¿por qué no?

La histórica Domburg ha sido un destino para los turistas costeros desde mediados del siglo XVIII. Las amplias playas, las dunas y los bulliciosos paseos peatonales hacen que este sea un destino popular para vacacionar durante el verano. Famosos artistas, como Piet Mondrian, se han inspirado en el pintoresco paisaje. Los visitantes pueden caminar o andar en bicicleta por la reserva natural De Manteling, que brinda acceso al castillo de Westhove.

Ostende, el puesto fronterizo costero más grande de Bélgica, ofrece una peculiar muestra de la cultura de playa flamenca. Los visitantes del interior acuden a sus playas arenosas y a su paseo marítimo, mientras que los recordatorios de la historia marítima y militar de la ciudad se reflejan en todos los puntos de esta antigua ciudad portuaria.

Las familias italianas llevan años yendo a la preciosa playa de Santa Teresa di Gallura, Rena Bianca, pero no ha sido hasta hace poco cuando los viajeros de fuera de Italia han descubierto esta joya. Disfruta nadando en aguas de un azul intenso, jugando en la arena y, por supuesto, deleitándote con el fantástico marisco fresco en un restaurante junto a la playa.

Dominada por una arquitectura de hormigón de posguerra, Pescara es más puerto funcional que escapada relajada junto al mar. Pero eso no detiene a los amantes del sol, quienes se acercan a sus animados paseos junto al mar y a algunas de las playas más largas del Adriático.

A una hora o dos al sur de Recife, Porto de Galinhas está hecho para el turista al que no le gustan los extremos. Un viajero comenta con entusiasmo: “lo que hace que sea genial es lo que no tiene: no hay un tráfico denso, ni vida nocturna". Explora las piscinas naturales que se forman entre el arrecife, y da de comer a los peces que nadan a tu alrededor; si lo prefieres, puedes montar en un todoterreno hasta la romántica playa de Muro Alto. También puedes saltarte todo esto y dormitar en una hamaca junto al verdoso y cristalino océano Atlántico.

Después de quedar completamente destruida durante la Guerra Civil, Meridian fue reconstruida entre 1890 y 1930 durante una época de auge conocida como “La Edad Dorada”. Todavía permanece en pie este legado, dejando a la ciudad no sólo con uno sino con nueve cascos históricos inscritos como tal. Entre las atracciones se incluyen el Highland Park Dentzel Carousel, un tiovivo restaurado con mimo que data de 1909 y que todavía funciona, costando cada viaje sólo treinta céntimos de euro. Otra de las atracciones digna de mención es el teatro Hamasa Shrine Temple Theater, con un órgano de 778 tubos, uno de los dos que todavía existen.