Estuvimos en total 6 noches. La cabaña muy espaciosa, cómoda, súper silenciosa. Los mosquiteros y la limpieza diaria mantuvieron a raya a los bichos que siempre quieren entrar. La comida sencilla, abundante y muy rica. Se adaptaron a nuestras restricciones alimentarias perfectamente. El personal muy amable y bien dispuesto en todo momento. Marcela, una genia, nos llevó a conocer los distintos senderos y nos enseñó muchas cosas sobre las plantas y los animales del lugar. Ella le pone mucho amor a su trabajo y se nota. Los senderos suelen ser bastante cortos en general, pero Marce los hace muy interesantes.
Nos metimos en el arroyo, estaba bastante bajo y amigable, y es muy linda la vista desde el agua. Hay que llevar sandalias para el agua porque el fondo es de piedras.
Es importante tener en cuenta que es un lugar bajo (sobre un arroyo) y con vegetación selvática exhuberante, con lo cual hay bastantes bichos que complican un poco el sentarte afuera a leer tranquilo, por momentos al menos (no sé cómo será en otra época del año). Ahora no había casi mosquitos, y eso estuvo bueno.
En resumen es un lugar ideal si querés conocer la selva misionera con la menor intervención del hombre (en otros lugares donde estuvimos por ahí no vivís la selva tan de cerca) pero de una manera amable y relativamente confortable.
Desde ahí se puede salir a conocer lugares cercanos como los saltos...Estuvimos en total 6 noches. La cabaña muy espaciosa, cómoda, súper silenciosa. Los mosquiteros y la limpieza diaria mantuvieron a raya a los bichos que siempre quieren entrar. La comida sencilla, abundante y muy rica. Se adaptaron a nuestras restricciones alimentarias perfectamente. El personal muy amable y bien dispuesto en todo momento. Marcela, una genia, nos llevó a conocer los distintos senderos y nos enseñó muchas cosas sobre las plantas y los animales del lugar. Ella le pone mucho amor a su trabajo y se nota. Los senderos suelen ser bastante cortos en general, pero Marce los hace muy interesantes.
Nos metimos en el arroyo, estaba bastante bajo y amigable, y es muy linda la vista desde el agua. Hay que llevar sandalias para el agua porque el fondo es de piedras.
Es importante tener en cuenta que es un lugar bajo (sobre un arroyo) y con vegetación selvática exhuberante, con lo cual hay bastantes bichos que complican un poco el sentarte afuera a leer tranquilo, por momentos al menos (no sé cómo será en otra época del año). Ahora no había casi mosquitos, y eso estuvo bueno.
En resumen es un lugar ideal si querés conocer la selva misionera con la menor intervención del hombre (en otros lugares donde estuvimos por ahí no vivís la selva tan de cerca) pero de una manera amable y relativamente confortable.
Desde ahí se puede salir a conocer lugares cercanos como los saltos del Moconá, y está bien incluso, si te vas a quedar más de dos días, salir y recorrer los alrededores. Más
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