Un lugar hermoso, encuentro del pasado, con la comodidad del presente, únicamente hay que tomar en cuenta que el acceso es de terracería y no es recomendable para autos. La atención del personal y el dueño es excelente. Es muy recomendable ir a comer a Tlalpujahua o al Oro vale mucho la pena y esta muy cerca.

Contacto increíble con la naturaleza una sensación de paz de descanso una decoración con historia las habitaciones muy cómodas buena cocina y la fascinación del despertar con el canto de los pelirrojos y abrir tu ventana y ver el lago que más puedo decir muy recomendable

Nuestro anfitrión - Don Leonardo Obregón Santacilia - supo combinar la belleza original de las edificaciones con las comodidades necesarias para hacerte sentir como en casa. Su preocupación manifiesta por asegurar nuestra satisfacción y confort hicieron posible hacer de esta experiencia una de las más memorables. Junto con mi familia, disfrutamos de paseos entre bosques de Encinos y caminos delineados con abundantes Robles Blancos alrededor de la finca.

Los embalses le dan al ambiente un toque muy especial de paz y tranquilidad. Los alimentos se preparan y sirven al momento, con el tiempo necesario para permitirte charlar con otros huéspedes y con Don Leonardo, para escuchar sus interesantes anécdotas y sus nuevos proyectos en desarrollo.

Nuestra habitación llamada "Roble" resultó ideal para hospedarnos, las frazadas de lana y el calentador eléctrico nos mantuvieron suficientemente ya que el lugar es frío, el baño espacioso, bien abastecido y quizás solamente haría falta algún ropero para mejorar los atributos del recinto.

Agradecidos y convidados a regresar definitivamente.