La estancia en el novísimo resort de Six Senses en Seychelles ha sido la cuarta experiencia en establecimientos de esta cadena hotelera, en la que el lujo, la exclusividad y la integración con el entorno son constantes.
Zyl Pasion es un complejo situado en una pequeña isla en la que no existen otros alicientes para su visita que la propia estancia en el hotel y en el paraje natural que alberga. Se trata de una arriesgada apuesta de la cadena hotelera, que está acabando de ajustar el funcionamiento del complejo, de reciente inauguración. Arriesgada en tanto que el establecimiento debería recomendarse en exclusiva para visitantes con interés en la conexión con la naturaleza y la práctica de deportes acuáticos o el más absoluto relax durante su estancia.
El sistema de villas es el habitual en la cadena. Todas ellas están equipadas con las últimas novedades tecnológicas y decoradas con un excelente gusto. Son estancias que hacen honor al prestigio de los establecimientos y en las que puede pasarse el tiempo entre la piscina privada, la amplia terraza o el enorme baño que incorporan.
A diferencia de otros hoteles de la cadena, sólo cuenta con un restaurante localizado en la zona central del complejo. Los gestores han querido dividirlo entre diferentes especialidades de cocina, pero todavía experimentan con los clientes que van llegando para comprobar cuáles son sus preferencias. La carta es corta y puede llegar a resultar repetitiva si la estancia es larga. La bodega, por contra, es de altísimo nivel y extensión.
Para moverse por el interior del complejo se hace necesario el uso de pequeños coches eléctricos de golf que, en ocasiones, no dan el servicio más rápido para el usuario. Sería, quizá, la principal crítica constructiva que pudiera anotarse Zyl Pasyon.
En sentido muy positivo cabe destacar el servicio que presta el personal, que por agradar al huésped puede llegar a resultar entrometido con la intimidad de una conversación.
En todo caso, de los visitados es el que permite guardar un mejor recuerdo de la estancia. Y, claro, la isla es un pequeño paraíso natural apenas adulterado por la mano del hombre lo que incrementa de manera exponencial la sensación de exclusividad del visitante.
Podría otorgársele, sin resultar excesivo, una nota de 9 sobre 10. Sólo pequeñísimos detalles pendientes de evolución impiden concederle la máxima puntuación.