Cada detalle desde la llegada hasta el check out está cuidado y hacen que la estadía sea perfecta.
El recurso humano es lo más destacado, sorprende la calidez de todos, siempre con una sonrisa y dispuestos a que la atención sea inmejorable, sorprende la comunicación que tienen entre sí para estar atentos a las necesidades de cada huésped, si uno por ejemplo contrató un paseo todos saben a qué hora salimos, si necesitaremos una canasta para picnic, o desayunar más temprano...
Paz, gastronomía de primer nivel, habitaciones muy agradables (no lujosas), con todo lo necesario para sentirse muy relajado.
Aunque la playa está un poco "lejos" de la propiedad, ellos ofrecen un transfer gratuito y es de las más lindas y tranquilas de la isla, con reposeras, un bar, buenos baños. Si bien todas las playas son públicas en la isla, ésta parece privada.
Han convertido un viejo molino en un hotel boutique único en su estilo. Me encantó!.Más
- Wi-Fi gratis
- Estacionamiento gratis