Es maravillosa la naturaleza con la que cuenta el hotel, los manglares, los pequeños animalitos (coatíes, zeretes, camaleones, ardillas), que se pasean por los jardines, nos fascinó...
la playa estaba algo descuidada pero eso no lo critico, es más que comprensible después de dos huracanes tan recientes, pero poder estar cerca del mar fue maravilloso igual que nadar un poco en uno de los ríos en su desembocadura al mar...
entendemos también que la situación de la pandemia no ayuda nada, pero el hotel se sentía un poco descuidado, los alimentos y su variedad y calidad no fueron lo que esperábamos. Fatal que si uno pedía room service, nadie diera seguimiento después para llevarse los platos sucios hasta que uno volviera a llamar, así fuera 36 horas después, porque ni siquiera la recamarera lo hizo en una ocasión. Y se ve horrible pasar afuera de habitaciones donde hay platos sucios en el piso del pasillo todo el día...
No hubo ninguna actividad al aire libre disponible fuera de estar en las albercas y jardines y tampoco sentimos mucho esfuerzo de parte del concierge.
Los chicos de amenidades esforzándose en inventar actividades, pero fatal que uno de ellos usara cubrebocas de vávula (que se sabe no son seguros para los demás), y que en actividades como el baile de zumba dentro del bar incluso se lo quitara, pese a tener niños pequeños enfrente y muy cerca. Y si bien todo el personal del hotel usó cubrebocas, algunos ante la incomodidad de traerlo puesto lo bajaban de su nariz.
En áreas como el Lobby, donde había letreros explícitos pidiendo el uso de cubrebocas con carácter de obligatorio, muchos huéspedes no lo llevaban puesto, y el hotel por evitar problemas, nunca le llamó la atención a nadie. Es decir, mejor exponer e incomodar a quienes sí usábamos cubrebocas todo el tiempo en áreas públicas y que decidimos no descuidarnos en ningún momento, que a los que no.
También en el buffet siento que en ocasiones no se siguió un protocolo adecuado. Si bien había en el piso señalización de la distancia que se debía guardar entre las personas que iban por su comida, mucha gente no la respetaba, se atravesaban o iban sin cubrebocas a pedir. Me resultó sumamente desagradable que una mujer sin cubrebocas se atravesara a pedir algo en la estación de comida en el momento preciso en que me estaba entregando mi plato y hablara encima de él, especialmente en época de pandemia.
Los alimentos no tuvieron ni la variedad ni la calidad que hubiéramos esperado.