La bodega es pequeña y no muy preparada para un paseo dentro de la misma, siempre en comparación de tanta oferta que hay en la zona, pero tuvimos la suerte de contar con la guia de ANA. Una mujer apasionada con su trabajo, con un nivel de compromiso y de amor hacia lo que hace, que terminó siendo una de las mejores visitas. realmente pasamos un rato muy agradable junto a ella. GRACIAS ANA POR TU MUESTRA DE AMOR A LA BODEGA Y HACIA TU TRABAJO.

Nos alojamos un fin de semana en las instalaciones de la bodega, en la casa Zolo que está a unos 100 metros de la hostería principal y el restaurante.

Quiero destacar que el lugar es un sueño, no salimos de la bodega nos la pasamos recorriendo sus viñedos y disfrutando del paisaje.

La comida es increíble y dentro de todo accesible. Tanto la carta del restaurante como la de room service que nos avisaron que era limitada y más a la minuta son exquisitas. Todas las materias primas son de primera calidad, mucho de lo que utilizan lo sacan de su propia huerta. Los tomates son sin duda el ingrediente estrella.

La degustación y el recorrido por la bodega fue muy interesante, conocimos la historia que comenzó en 1890, nos hablaron de todos sus dueños y en cómo se convirtió en patrimonio arquitectónico nacional.

No solo volvería a hospedarme acá sino que haría que cada vez que vaya a Mendoza sea mi parada obligatoria.