El lugar es lindo y cuidado. El jardín es encantador y las espacios comunes, así como las habitaciones, se notan que han sido pensadas y cuidadas. El desayuno es sencillo y casero. No sé necesita más: medialunas, tostadas, manteca, queso, jamón, fruta, yogur, un tipo de cereales, jugo de naranja exprimido, café y huevos revueltos si se desean. Se puede tomar adentro o en el jardín. Lo atractivo de que sea adentro es la música de fondo que lo acompaña, una selección muy acogedora y relajante. Es una pena que no se escuche desde afuera. La chica que sirve el desayuno fue muy cordial y correcta, nos dejó solos en el área para tener más privacidad. Disfrutamos de libros y revistas que habían en la recepción.
Con respecto a la habitación, la limpieza correcta, el tamaño justo y el diseño lindo. La vista con el olivo enfrente y la ubicación del hotel, que hace que sólo se escuchen los pájaros desde el cuarto, un placer. Sin embargo, mejoraría un aspecto clave: la luz. A pesar de las cortinas blackout entraba luz desde temprano y el descanso se tornó más difícil. Con respecto a la tv, estaba ubicada en un lugar que no era el ideal y el baño que prometía bañera, si bien la tenía, la misma no tenía tapón y por ende no podía usarse, transformándose en algo meramente decorativo. En general el hotelito nos gustó y nos pareció que tiene encanto. Las chicas que lo atienden muy bien y los espacios comunes encantadores. Solo haríamos algunos cambios en las habitaciones en especial tema luz. Volveríamos y probaríamos otras habitaciones.