Mi mujer y yo nos alojamos en este hotel de Belfast durante nuestra visita a la ciudad a finales de julio. La habitación era espaciosa y silenciosa durante la noche, la cama grande y el cuarto de baño bastante adecuado a lo que se espera de una habitación de estas características. El personal, aunque un tanto frío y rígido en general, no desagradable en absoluto. Hasta aquí, todo muy bien.
El principal problema de este hotel, como de muchos otros en Irlanda, es la política de preautorizaciones que te imponen nada más que decides registrarte. Sin comértelo ni bebértelo, te retienen, con cargo a tu tarjeta de crédito, una cantidad superior a la del precio de la habitación que, supuestamente –y según te explican amablemente–, te devuelven una vez finalizada tu estancia. Pero he aquí que, cuando dejas la habitación, en vez de compensar el precio con el dinero retenido, te cobran lo estipulado y te aseguran que liberarán lo retenido el primer día...mas ¡oh sorpresa! El dinero retenido tarda días y días y días... Aunque escribes al hotel varias veces y te aseguran que se va a hacer, al cabo de tres semanas aún no dispones de él (¿estarán haciéndolo fructificar mientras tanto y se quedan así con los intereses?) y te encuentras con un cargo doble en un tarjeta que deja tu economía tiritando. Se trata de una política anticomercial que, en lo que a mí respecta, me descontenta enormemente y que me guardaré mucho de aceptar en un futuro.