Pegado al túmulo de San Miguel, tiene una ubicación inigualable para subir al túmulo (recomiendo hacerlo en una noche estrellada) y desde atrás pasear (¡de día!) por un bosque de cuento de hadas hacia los alineamientos de menhires, pasando por la fuente de San Migue. Las habitaciones son amplias y los cuartos de baño cómodos. Compensa la incomodidad de que el último tramo de escaleras haya que subirlo a pie, si estás en la última planta, que tiene magníficas vistas.
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