La opinión es sobre la terraza de copas del ático, no sobre los apartamentos en los que no me he alojado.
Almería, 28 de agosto 16 horas. Llegamos y tan solo hay ocupadas las tres únicas mesas que tienen sombra, el resto vacías al solitrón, en ese momento se queda libre una mesa alta a la que tapa un toldo, nos sentamos y preguntamos si tienen postres, nos dicen que si y que está todo el el QR que deposita en la mesa, pedimos un café descafeinado con leche batido, nos dice que no puede ser, que tienen frapés pero no puede ser descafeinado, le preguntamos que si no tiene descafeinado, hielo y una batidora y nos dice que si pero que descafeinado solo puede poner como mucho con hielo.
Le digo que no encuentro los postres, “ahí están” contesta de aquella manera, le digo que no los veo y entonces me dice que donde pone Alquímico, a la tercera vez que le pregunto por fin me da esa indicación, como si yo tuviera que saber que Alquímico da lugar a los postres…
Por fin pedimos y justo en ese momento se cierra el toldo y nos dejan al solitrón de agosto, le decimos al camarero que tiene un mando apuntado al toldo que lo abra, dice que no puede que tiene un sensor que cuando empieza el viento se cierra automáticamente, pregunto si no tienen alternativa y me dicen que no, bueno, pues lógicamente le decimos que anule el pedido que no vamos a estar al sol, nos ofrece entonces una mesa y nos dice que hay un asiento a la sombra (éramos 4) ya el remate, así que nos vamos.
Independientemente del poco interés y mal servicio prestado por los camareros, no entiendo que en esta maravillosa ciudad de sol y viento casi continuo, no tengan un toldo en condiciones que permita disfrutar de ese emplazamiento extraordinario.
Es la tercera oportunidad que le doy a este sitio con las mismas malas experiencias de mal servicio, pero esta ya ha sido el remate.