A través de un arco próximo a la catedral entramos a un patio con naranjos y fachadas de casas a en todas sus caras, casi como el patio de armas de un cuartel. Atravesando el empedrado al fondo vimos otra gran puerta de la que salían muchas personas y es que coincide que este es el punto de salida de la visita a los Reales Alcázares.
Lo llamativo de este lugar es su estructura y arcos, así como el hecho de estar en el interior de la murallas. En los arcos, fieles a su tradición supersticiosa se encuentran imágenes de vírgenes y cruces cristianas para oraciones y demás.
El frescor de la sombra y la tranquilidad de ser un lugar de residencia y visita, sin bajos ocupados por restaurantes o bares, lo convierten en un rincón tranquilo dentro de la vorágine de turistas que abarrotan la zona.