Un hotel situado en el corazón del casco antiguo de Palma, en lo que siglos atrás fue el barrio judío. Han sabido combinar de forma exquisita el diseño moderno con los orígenes centenarios del edificio.
En cuanto al hotel, muy limpio y tranquilo ya que no tiene muchas habitaciones. En cuanto al personal, muy atento, profesional y detallista. Reservamos una doble y al llegar la sorpresa se se tradujo en una junior suite. Perfect!
La relación calidad precio es equilibrada, lo que lo que, junto con su ubicación (a pocos paso de los principales monumentos de Palma, de las principales zonas comerciales, de una playa urbana) lo convierte en un hotel ideal para una escapada de fin de semana o puente. El desayuno, muy correcto y de calidad (si os gusta el café con leche, repetiréis fijo!).
Y para acabar, si viajáis a partir de finales de invierno, no dejéis pasar la ocasión de tomaros un gintonic o una copa de vino + tapa de jamón en la terraza de la azote, desde la que se disfrutan unas bonitas vistas del casco antiguo, del vecino convento de Sant Clara, de la Catedral y de la bahía de Palma. Por la noche las vistas también son muy bonitas.
Del Spa no puedo hablar ya que no llegué a disfrutarlo, pero prometo hacerlo la próxima vez. Porque habrá próxima vez.Más
- Wi-Fi gratis
- Piscina
- Visitar el sitio web del hotel