El sitio estaba bastante bien, la comida rica, pero el trato no nos gusto nada.
Pedimos una botella de vino tinto de la casa (bastante aceptable para costar 18€) pero estaba a temperatura ambiente ( 36º a las 21:30 en pleno agosto). Le solicitamos al camarero algo para refrescar un poco la botella y dijo que no tenía. Vimos que una pareja al lado nuestro que tenia una cubitera con vino blanco y le preguntamos que si nos podia poner una, a lo que nos respondio, algo molesto, que esa era para el vino blanco no para el tinto, dando a entender que eramos unos turistas paletos del vino… muy mal por su parte.
En cuanto a la comida, salimos a 96€ y pedimos unos calamares fritos con langostinos (muy ricos con una salsa aparte muy buena), unos spaguetti busara, spaguetti nero y tiramisu de pistaccio (no estaba muy allá). La pasta estaba buena.
Pasando por alto el detalle del vino, un sitio para disfrutar de una buena cena en Venecia.
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