Hemos pasado tres noches en este palacete veneciano. Ha sido una experiencia maravillosa. La habitación es espectacular, con tres ventanas al Gran Canal. Más que un hotel, es una especie de inmersión en la vida veneciana. El trato y la atención de las personas que llevan el palacete es exquisita. Contactaron con nosotros antes de llegar para ofrecernos ayuda con tours, reservas de restaurantes etc.. y en todo momento, se ofrecen para ayudar en lo que necesites durante la estancia.
El desayuno riquísimo y la situación es muy buena, tanto para desplazarse andando como para moverse en vaporeto.
Lo recomiendo sin ninguna duda.

Hemos estado tres dias con unos amigos en este hotel y no nos ha podido gustar más.
Tiene una suite y dos habitaciones un poco mas pequeñas. Una sala de estar con un balcon veneciano con vistas al puente de los descalzos y al canal Grande. El palacete fue renovado con muchísimo gusto antes de Corona y todo esta como nuevo. Los materiales, los colores, las lamparas de araña de Murano, las cortinas, la sabanas y toallas de Frette (!) todo de buenísima calidad y gusto. El desayuno te lo sirven de manera individualizada en una salita con vistas al Canal Grande y al palacete de al lado, todo fresco y recién hecho.
La ubicación es desde mi punto de vista muy buena, en el barrio de Santa Croce justo al lado del puente de los descalzos y a 200 metros de la estación. El barrio de Canareggio queda justo al otro lado del puente y los Vaporettos al lado de la estación.
Catalina y Chiara (el Palacete perteneció a sus abuelos) se ocuparon todo el tiempo de nosotros, da igual lo que fuera, taxis, restaurantes, indicaciones, todo! Hablan, español, ingles e italiano. Nos hemos sentido como en familia, y no queríamos marcharnos...si es posible volver el año que bien, volveremos!