Situado en un palacio de principios del siglo XX, muy céntrico, este hotel de cuatro estrellas ofrece un excelente servicio y dispone de todas las comodidades de un establecimiento de su categoría. Las habitaciones son amplias, lo mismo que los baños. Estuve en una habitación de la tercera planta que daba al patio interior del edificio y que resultó no sólo cómoda (la cama era comodísima), sino también silenciosa. Nada que reprochar en este sentido. Además de la cama, disponía de un escritorio, frigobar y un armario.
El desayuno, por otra parte, era muy completo, aunque primaban los alimentos dulces sobre los salados, que en cierto modo resultaban un poco escasos, pero suficientes.
Buena conexión wifi. Tuve un problema con el enchufe para el ordenador, ya que las tomas de corriente no estaban adaptadas a éste, pero en recepción me lo resolvieron inmediatamente con un adaptador.
Si algo no me gustó fue la alfombra, muy desgastada, a los pies de la cama, y que ante la puerta de la habitación hubiera poca luz, lo cual dificultaba, sobre todo por la noche, encontrar la cerradura (había que ir tanteando). Problema menor, sin embargo, que no me impide dar a este hotel la puntuación máxima y, además, recomendarlo.
Durante mi estancia (en enero) el bar y el restaurante estuvieron cerrados. Hay bastantes restaurantes y bares en los alrededores.