El hotel se encuentra a las afueras de Siracusa y en un entorno natural precioso. La entrada a la finca está rodeada de árboles, entre ellos naranjos. El zumo de sus naranjas se sirve a diario en el desayuno recien exprimido! Las habitaciones son bonitas, he leído comentarios de huéspedes que se quejan de suciedad, tengo que decir que no es un hotel que está en la ciudad sino en el campo, por eso a veces hay mosquitos o insectos en la habitación. Creo que es comprensible que esto suceda en un entorno natural. Por lo demás nos encantó, el dueño, la recepcionista y los guardeses fueron excepcionalmente amables. Todos ellos. El desayuno lo mejor. El salón donde se sirve el desayuno es el salón de una vieja casa solariega, por las noches también tienen bar para tormate alguna bebida si quieres. El entorno con los papiros también era muy bonito. Hay varias playas cerca a donde desplazarse, Siracusa también está cerca para poder ir por las tardes/noches a cenar. Advertencia: cuidado en Siracusa con la grúa! te llevan el coche a la primera de cambio! y no lo puedes recoger hasta el día siguiente. También aquí hemos de agradecer al personal del hotel que nos recogieron en la ciudad y nos hicieron los trámites para recuperarlo. En definitiva una bonita y recomendable experiencia la estancia en este hotel.