Me preocupé cuando llegamos al hotel al ver la terraza de moda, música alta incluida, justo delante de la puerta, y de hecho era la terraza del propio hotel. Dado que siempre buscamos lugares tranquilos, pensé que íbamos a tener que salir corriendo de allí, pero no fue así porque nos habían asignado una habitación lateral y tranquilísima. No oímos un solo ruido en los días en que estuvimos allí.
Sí tuvimos que pedir el cambio de la segunda habitación, justo delante de otra terraza, ésta chill-out, y un espacio común con sofá y sillones.
La situación del hotel es excelente, frente al mar y en la zona donde se cogen los barcos para ir al archipiélago y los de recorridos turísticos. La fachada no dice nada pero por dentro es bonito, muy original la decoración de los espacios comunes y pasillos, con grandes fotografías, algunas muy buenas que parecen del tsunami de Japón. Nuestra habitación muy espaciosa, con una zona de salón y dos grandes ventanales. El baño también amplio, quizá demasiado minimalista (no vendría mal algún sitio para dejar la ropa), con las "amenities" justas.
El comedor está también bien decorado, con estanterías llenas de libros y mesas diferentes, con una zona de sofás en el centro. El desayuno es bueno, sin más, algo escaso de fruta. Supongo que se rigen por la política de "no intervención" y no recogen ningún plato de las mesas hasta que no se ha terminado, pero el personal es muy amable.
Cenamos dos veces en el hotel, y los platos son buenos, nos gustó especialmente una merluza bien hecha y de buena calidad. Obviamente, con precios suecos.
El personal de Recepción es muy amable en general, son todos muy jóvenes, la mayoría no parecían profesionales del sector (como pasa en todo Estocolmo y alrededores, que en hostelería parecen ser jóvenes con trabajos de verano), así que en cuestión de información al turista no saben demasiado, pero ponen empeño.
En general éste es muy buen hotel, las dos pegas principales que le pongo son la limpieza, que deberían mejorar, y que no tiene parking y en el centro de Estocolmo es poco menos que imposible aparcar. Nos ofrecían el parking en algún sitio cercano gestionado por una empresa que recogía el coche en el hotel y lo traía en una media hora, algo incómodo, pero lo peor era el precio, cerca de 60 euros diarios al cambio.