El restaurante está situado cerca de la iglesia de Gustav Vasa, quizá de ahí el nombre. La decoración es acogedora, como un bistrot francés y la comida en consonancia: platos muy french-style. En general estaban todos bastante sabrosos a excepción del pollo al azafrán, un tanto insípido. Mención especial merece el "Grilled beef tartar with ratatouille, fried egg and French fries" . Muy bueno, consiste en un steak tartare a la plancha, algo así como una hamburguesa muy poco hecha.
El servicio muy amable, pero un punto desorganizado. Nos tocó e ntre dos turnos de cena y se olvidaron de nuestro segundo plato. detalle que rectificaron de inmediato.
¿Es el propietario o administrador de este establecimiento? Solicite su perfil gratis para responder las opiniones, actualizar su perfil y mucho más.