Impecable lugar para descansar, muchas actividades y espacios de recreación, desde andar en bici, leer un libro en una hamaca, caminar con otros huéspedes, cabalgar, tomar mate a la sombra de un árbol en el lago, pájaros, silencio urbano. El personal son divinos, atienden y están empáticamente sintonizados con los clientes. La comida es excelente, aunque no hay variedad como en una cadena de hoteles, lo que hay es casero y rico y con eso basta para poder degustar calidad.
Volveríamos en cualquier momento!