El hotel Bedford es un hotel popular para eventos sociales, pero también puede ser un lugar maravilloso para descansar y disfrutar del encanto de un hotel clásico, con suelos de madera que cruje, utilizar una llave "de verdad" para entrar en la habitación (ojo, eso significa ¡hay que acordarse de cerrar con llave por dentro!), y tener unas vistas maravillosas de la iglesia de S. Eustaquio, del S.XIV, o de los edificios colindantes.
Su desayuno tradicional es maravilloso, y servido en una vajilla de porcelana inmaculada que le hará sentir como en una novela de Agatha Christie. La única pega, si es un viaje de trabajo lo que tiene, es que el horario de servicio de desayuno es algo tardío, empezando a las 7:30 am.
Celebramos una reunión en una de sus salas, muy iluminada y, como el resto del hotel, con un encanto clásico que disfrutamos todos. Cuenta con conexión a Internet gratuita, aunque con una velocidad de acceso bastante mejorable. El personal del hotel fue muy amable en todo momento.