Hotel histórico situado en la parte alta de Ragusa frente a la catedral, lo cual implica forzosamente un bonito paseo de 20 minutos para llegar a la parte baja (algo inevitable en una ciudad con dos núcleos tan diferenciados).
El edificio es un genuino palacio del siglo XVIII que mantiene todo el encanto de su decoración original y las habitaciones presentan una cuidada decoración histórica.
Los espectaculares salones del hotel permiten desayunar en un salón barroco con vistas a la catedral. El personal es atento y está siempre disponible.
Durante nuestra estancia no funcionaba el Spa.