Hay que tener en cuenta que se trata de un pequeño alojamiento rural (en medio de la campiña, cerca de Ragusa) con encanto; es un antiguo convento convertido en hotel.
Muy buena atención, con trato muy personal, casi familiar, pero profesional.
Comida y desayuno con buenos productos (muchos de cosecha y elaboración propias; disponen de granja, viñedos, frutales, tierras de cultivo, etc.).
Recomendable para descansar en un entorno tranquilo.