Reservamos las habitaciones con casi un mes de anticipación con 6 amigos, especificándole las necesidades que teníamos (dos habitaciones dobles para la primera noche y una más triple para la segunda) y preguntando si no había problema en los horarios en los que íbamos a ingresar.
Al llegar a la dirección que nos habían dado, cansados después de 6 horas de viaje, no había NADIE en el hotel y luego de diez minutos tocando el timbre, una generosa señora que pasaba por la puerta, nos dice que intentemos llamando a los números (larga distancia) que había en la puerta. Luego de unos minutos se hizo presente el señor Roberto, diciendo que en realidad nos iba a mandar a una “NUEVA SEDE” del hotel ubicada a dos cuadras, expresando que eran mejores, más nuevas y cómodas. Nosotros, que ya estábamos listos para subir al hotel que nos habían dicho con los bolsos en la puerta, tuvimos que volver a cargar todo en el auto y seguirlo hasta el otro hotel.
Al llegar se vislumbraba claramente que no estaba terminado el supuesto “nuevo hotel”, pero nunca pensamos que nos iban a despertar los obreros a las 8 de la mañana del día siguiente con la música a todo lo que daba y los sonidos propios de un lugar que estaba en CONSTRUCCIÓN.
Además de esto, las habitaciones que habíamos pedido NADA tenían que ver con las que nos dieron ni con las que se veían en las fotos. No tenía barra para desayunar, ni heladera, ni microondas, ni pileta para lavar, comodidades por las que habíamos elegido ese hotel en primer lugar. Además de eso, las “nuevas” habitaciones eran bastante más chicas, estaban sucias del polvillo de la obra, las toallas y la bolsa del tacho de basura estaban sucias con sangre, el inodoro estaba tapado, el aire acondicionado de una de las habitaciones no funcionaba y demostrando que el lugar no debería estar siquiera HABILITADO, la escalera para subir a las habitaciones NI SIQUIERA tenía baranda, por lo que era bastante peligrosa (hay fotos como prueba).
Al despertarnos esa mañana con los ruidos, pudimos comprobar que los obreros estaban trabajando en las habitaciones de planta baja en la que se encontraban escaleras, tachos de pintura y los mismos obreros haciendo su trabajo.
Como si fuera poco, cuando le recordamos que al día siguiente venían otros amigos al hotel, no lo recordaba y no tenía las habitaciones disponibles puesto que las triples ya las había ocupado con otra gente.
Lo único positivo del lugar fue que al momento de reclamar (después de discutir una hora sobre las condiciones que no se cumplieron, ya que el señor Roberto seguía afirmando que él no había incumplido nada) nos devolvió la plata.
(Ese segundo día, donde tres de nosotros tuvieron que quedarse ahí porque no tenían otro lugar, casualmente, se quedaron sin agua caliente y nunca aparecieron unas zapatillas que lamentablemente olvidé en ese bendito lugar)