Magnífica labor de restauración de espléndido edificio y entorno.
Lo mejor del lugar, sin embargo, es su personal. La familia propietaria que administra el sitio se ha preocupado por contratar y capacitar de manera muy profesional a gente del pueblito cercano, El Carmen, en vez de traerla de Guadalajara u otras ciudades. La diferencia es notable: amabilidad, sencillez, servicio personalizado, calidez, atención al detalle siempre con una sonrisa.
Además de las hermosas instalaciones, bar y comedor bien atendidos. Chef entendido. Alimentos y bebidas de calidad servidos con gusto y simpatía.
El spa, excelente, emplazado dentro del antiguo granero de la hacienda: una verdadera belleza. El equipamiento, de primera; y la actitud de servicio, instrucción y competencia de las terapeutas, inmejorables. Uno de los mejores tratamientos que he tenido la oportunidad de disfrutar.
Felicidades y gracias, El Carmen. Volveremos.