La ubicación del hotel es espectacular. Los cuartos son muy buenos (salvo la calidad de las almohadas, nada puede criticarse). Las vistas son impresionantes y el parque está muy bien cuidado, poblado de pájaros, cuises y, sobre todo, la música incesante de chicharras y cocuyos.
Los atardeceres con el sol sobre el Champaquí son impagables, pero también vale la pena mirar el sol hundiéndose en el Valle de Traslasierras. De las dos piletas, la que tiene el infinito hacia el cerro se lleva las palmas, pero la de abajo, con su cascada no está nada mal.
El desayuno es bastante elemental, rozando lo malo. No ofrecen café ni infusiones.
- Wi-Fi gratis
- Estacionamiento gratis