Teníamos que estar en Burano tres días por trabajo y elegimos este alojamiento por lo tranquilo que nos pareció al informarnos, no nos equivocamos, es ¡¡¡ ENCANTADOR !!! tanto el establecimiento como el enclave, en un viñedo de lo más singular, las habitaciones muy confortables y el servicio de lenceria extraordinario, todo de lino, desde la toalla más pequeña hasta el albornoz. El desayuno personalizado y un restaurante estupendo.
Vamos a volver seguro.
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