Si hay un lugar de difícil calificación es éste, y -desde ya-, advierto que no es para cualquiera.
Vaticino que la disparidad de opiniones va a confundir a más de un lector, a medida que se agreguen comentarios.
Todo aquel que no esté dispuesto a bajar las expectativas al mínimo nivel respecto de las prestaciones que exige al establecimiento que lo aloje, por el que está pagando, es mejor que no vaya, ya que se puede sentir estafado.
Y quien al conocer las modestísimas instalaciones pueda superar ese primer impulso de rechazo y le busque la onda al lugar -que la tiene y mucha-, puede llegar a hacerse adicto incondicional. Ese es el motivo por el que uno allí encuentra gente que va todos los años y lo recomienda con fervor.
En nuestro caso, mi esposa y yo tenemos un nutrido pasado campamentero, (aunque ya nos considerábamos jubilados), y superada la primer sorpresa, teniendo pagados por anticipado varios días, asumimos Las Verbenas como quien está en un refugio de montaña, y cerrando los ojos a las grandes carencias y fallas, sobre todo en lo edilicio, nos abandonamos a su encanto. Y nos conquistó. Tanto es así, que fuimos el año pasado, y el actual, a sabiendas, reincidimos.
Las sombras:
*Las instalaciones son básicas. Consta de la casa principal donde funciona el comedor y hay algunas habitaciones (con baño compartido, -evitarlas-), y de una segunda construcción en donde hay varias habitaciones con baño privado (todo viejo, pequeño, triste, mal tenido), donde se ubica a la mayoría de los viajeros. Esta construcción está dominada por la humedad, con su olor característico.
*Como además aprovechan las piezas al máximo, (hay 1 cama matrimonial y 2 camitas superpuestas en cada una), no hay lugar de desplazamiento en ellas. Uno de los laterales de la cama matrimonial está colocado contra la pared, lo que obliga a quien duerma de ese lado a entrar y salir gateando por la cama misma. Como hotel: impresentable.
Luego hay otra casa más moderna con capacidad para 1 familia y otra construcción reciente tipo departamento, pero ambas opciones al ser más apetecibles, se reservan rápidamente.
*Las sábanas y toallas suelen ser transparentes, viejísimas, lo que conspira contra la sensación de higiene, (aunque doy fe que se lavan), haciendo juego con el abandono edilicio.
*El agua caliente se genera a través de un termo a leña, que se enciende de 18 a 21 hs. Esa forzosa superposición de bañistas en el mismo horario, hace que los que están en las habitaciones del final de la cañería se vean en serias dificultades para que les llegue agua.
*Es un lugar aislado. No llega señal de celular (salvo Claro). Tampoco hay TV. Desde el asfalto hay 1 km. Este camino es malo, pero practicable con cualquier vehículo.
Las luces:
Hasta aquí el lector pensará ¿para qué van ahí? ¿es un centro de encuentro de masoquistas?
*El lugar es luminoso, tranquilísimo, desestresante,y el valle de Pancanta es serenamente bello. En verano el clima es maravilloso, porque la altura (1500msnm) hace que las noches sean frescas y los días no sean agobiantes.
*El establecimiento tiene costa sobre el río Grande, y está bueno para los chapuzones y la mateada por las tardes. Ideal para dedicarse a la lectura.
*La propiedad tiene muchas hectáreas y permite hacer gratas caminatas o cabalgatas por el campo, entre las sierras.
*La comida es muy sencilla, caserita, nada gourmet, pero abundante y aceptablemente variada. Cuando toca carne está muy bien preparada (el horno a leña está a cargo de Eduardo, el dueño, con buena mano). La opción es media pensión o pensión completa. Tenga en cuenta que no hay servicios en las proximidades.
*Lo principal: los propietarios y el personal son muy buena onda, generan un ambiente familiar y de camaradería que logran contagiar a sus huéspedes (o al menos a quienes estén dispuestos a integrarse). Uno termina sintiéndose como de visita a los primos del campo. Es el enorme mérito de Analía (la dueña), y es lo que minimiza "las sombras". Es el ejemplo cabal de que a los lugares los hace la gente. El comedor fomenta a los huéspedes a socializar, ya que el lugar es pequeño y los horarios son estrictos.
Conclusión: Hay que ir con espíritu abierto y aventurero, y dispuesto a resignar muchas comodidades. Si no es su actitud, no se lo aconsejo.
Yo pienso reincidir. Me parece que me hice adicto...