Durante toda nuestra estancia (en una horrible, destartalada y vieja habitación de un pasillo en el que había mucho ruido), ni un solo empleado de recepción nos proporcionó nada de información. Todos llevaban chapas que indicaban que estaban de prácticas. No había ni un solo responsable a la vista. Nos decían que no tenían ni idea de dónde estaban las cosas (¡ni siquiera sabían dónde estaba el acuario o los restaurantes más famosos!). Y eso se debía a que solo llevaban unas semanas, decían. Y después pasó lo de seguridad. No me extraña que los vigilantes de seguridad (todo hombres) estuviesen más interesados en observar a las chicas en bikini que en proteger a los huéspedes. Ni qué decir que, con la cantidad de gente que había, solo se fijaron en nuestro amigo etíope, que iba con su mujer y con nuestro grupo.
Cuando nos quejamos del trato que estaba recibiendo nuestro amigo (amenazas por parte de 5 de los guardas de seguridad, que soltaron unas cuantas perlas en hebreo), nos dijeron "bueno, vale, ¿y qué quieren que hagamos?". El hotel afirma acoger a los niños de buen grado, de hecho son ellos quienes gestionan el hotel. Los espantosos adolescentes y niños tienen el control de todo el hotel. Pelean, gritan, la lían en la piscina (incluso en la de adultos). Los vigilantes de seguridad no se preocupan lo más mínimo, tienen demasiado trabajo mirando a las chicas en bikini.
Es, de lejos, el peor hotel del mundo. ¡Necesita nueva dirección, control de calidad y formación para el personal para que traten con respeto a los huéspedes!