Llegamos de día al hotel y lo primero que nos sorprendió fue el maravilloso entorno... esta bastante alejado y un poco aislado, lo que lo hace un lugar único para disfrutar la naturaleza y tranquilidad para un descanso pleno. El hotel está frente al salto del Carileufú que ruge con mucha fuerza por la gran cantidad de agua que trae y es un espectáculo precioso. Rodeado de vegetación exuberante, pudimos divisar varias aves como Martín pescador, bandurrias y tiuques.
La habitación muy acogedora, con bonitos detalles, todo con estilo europeo, muy ordenado y bien mantenido. La calefacción con aire acondicionado lo hacía muy cómodo. El desayuno muy rico, bastante casero, buen café, recomiendo pedir los huevos revueltos y tostadas francesas, deliciosos. Tienen una huerta orgánica bastante completa desde donde obtienen las verduras y berries para sus platos, jugos y postres. Además de un establo muy pintoresco con algunos animales, una capilla y hermosos jardines. También cuentan con lindas cabañas con tinajas exclusivas. Tienen también servicio de restaurante que sirve deliciosos platos, un poco caros, pero vale la pena probarlos.
Tengo solo un reparo con el tema del olor a cigarro que se sentía generalmente, recomendaría disponer de un lugar más alejado para los fumadores, ya que es incómodo para quienes no fuman y quieren disfrutar del aire limpio del lugar.
Totalmente recomendable. Buena relación precio calidad.