Es una casa antigua del año 1940, alguna vez utilizada com embajada, la que fue remodelada en forma muy ingeniosa para habilitarla como hotel.
Las habitaciones tienen el tamaño justo, las camas son muy cómodas, y el baño adecuado. Además de las amenitties tradicionales (jabón y shampoo), ofrecen cepillo y pasta dental, gorra de baño, peineta, etc...
El desayuno bufette sencillo pero muy bueno. Basta abrir la puerta de la habitación en la mañana, y el olor a café recién tostado te guiará hasta el comedor. Es irresistible.
El personal merece todas las felicitaciones. Amables, diligentes e informados. La atención es sin duda un plus del hotel.
Es fácil llegar utilizando waze, y la ubicación permite llegar a cualquier lado fácilmente. El barrio es bastante tranquilo y seguro.
El único punto en contra son los perros de las casas vecinas, que ladran toda la noche, y quizá las gaviotas que llegan a dormir a los techos vecinos, y discuten entre ellas con bastante bullicio.
En general, totalmente recomendable.