Pocos lugares han logrado en mi la necesidad de volver. Las habitaciones soñadas con una ambientación cinematográfica, son imposibles de olvidar. La calidez de la atención durante la estadía es otro punto muy a favor que hoy en día pocos lugares suelen valorar. Los atardeceres en la playa con arena blanca contemplando los colores de Febo como si fuera una paleta de Van Gogh, sin dudas es una imagen q me va acompañar durante mucho tiempo. Deleitarse con los sabores exquisitos de la cocina es una experiencia celestial. Vuelvo a Rio Ancho, siempre vuelvo.

Un paraiso para descansar, despejarse. Atendido con excelencia por sus dueños. Alta cocina y un inmejorable atardecer!
Recomiendo probar los tragos de diseño propio y dejarse llevar por las actividades recomendadas por los dueños quien saben disfrutar de la buena vida.

Pasé una estadía excelente en Río Ancho. Me recibieron y me atendieron maravillosamente bien: tanto Miriam como Marcelo, su dueño y el resto de la familia. No sólo me hicieron sentir la calidez del lugar, sino que además me trataron como una reina. Si bien estuve con un clima que no fue el ideal para hacer actividades al aire libre pude salir a andar en bici, DESCANSAR espléndidamente y disfrutar en la playa de uno de los atardeceres más hermosos que viví en mi vida junto a un fueguito prendido que ayudaba a combatir el frío. No pude usar la pileta ni andar en kayak, pero era el lugar óptimo para el descanso que tanto necesitaba. Río Ancho es mágicamente silencioso y tiene una espectacular vista del río y la naturaleza que lo rodea. Cuenta con tres habitaciones y tuve la suerte de conocerlas: todas son excepcionales y poseen una vista única, aunque debo decir que la habitación que se encuentra en el piso de arriba me deslumbró: tiene un hermoso balcón privado con un jacuzzi. Sin dudas volvería una y otra vez.