Los platos no tienen sabor a nada. Sin capacitacion el personal de salon. Carta acotada. En villa general belgrano hay más y mejores lugares. El pollo teriyaki era solo pechuga seca. Los tallarines con hongos, escasos.

El hotel está aún sin terminar. No me pareció justo el valor de la noche (410 USD) y encontrar varias cuestiones desagradables, que pueden derivan quizás de un cierto “apuro” por abrir el hotel aunque falten muchas cosas por hacer. Múltiples detalles de terminación faltantes, que no vale la pena enumerar (estilo: ver revoque por todos lados porque falta recubrir con madera o piedras, escaleras incompletas donde pisas directamente el cemento donde debería estar un peldaño, etc). El spa, malo. El agua de la pileta climatizada estaba bastante fría (varios quisieron entrar y se fueron diciendo lo mismo). El sector de hidromasaje, inutilizable: una pileta a medio llenar, con agua que imagino sucia (no podías usarla, así que no sé), un caño corrugado sale de un hueco en la pared, tapado con una bolsa negra de nylon, y termina en la pileta climatizada (muy romántico). En la habitación había una tetera eléctrica, pero no habían tazas (ni siquiera un vasito de plástico) y mucho menos, té. O sea, había que llevar té y tazas de casa? El personal de recepción, solo correcto, un poco forzado. El personal del desayuno, pésimo. Poniendo las bandejas no pedían ni permiso y casi te llevaban puesto sin la más mínima palabra. Sonrisas, cero. En el spa, mismo trato: apenas correcto, pero simpatía, cero. Lo positivo es mucho también: el paisaje, la arquitectura del hotel (más cuando lo terminen), la pastelería en el desayuno, excelente. Agradezco todo eso, pero queda mucho por mejorar sin dudas. Pienso que será de los mejores hoteles de VGB algún día, pero por ahora, le falta calidad.