Es un hotel que figura como boutique, sin enbargo creo que ese nombre hoy resulta excesivo, el punto más flojo de la experiencia es la habitación, en ella las camas y las almohadas son viejas y tienen olor, la ventana ha quedado bloqueada por la construcción de un hotel lindero a menos de un metro de la misma, lo que da sensación de opresión en los cuartos. El lobby se mantiene lindo como siempre! Con una exquisita decoración, y el desayuno está muy bien, a la altura incluso de algunos cinco estrellas de la capital mendocina. Pero la experiencia en la habitación es negativa, a lo ya mencionado se suma que están mal insonorizadas y te despierta todo el que pasa hablando por los pasillos